DIOS DESEA SANARTE


PorT.L. Osborn El propósito de esteas palabras es clarificar todo dentro de tu Alineación al centrocorazón: Dios Desea Sanarte Hasta que tú no estés completamente convencido que Dios desea que tú TE SIENTAS BIEN, totalmente; siempre habrá una duda en tu mente y dentro de tí en cuanto a si Tú serás sano, o no.

Mientras dure esa duda en tu mente, en cuánto a si serás sano o no, la fe perfecta no existirá y es menester que la fe sea ejercitada, sin duda ni clase alguna de claudicación para que la sanidad llegue hasta tí.
"Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan" (He. 11:6). "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor", (Santiago 1: 6-7). Una vez convencidas las gentes que DIOS DESEA SANARLOS y que NO ES LA VOLUNTAD DE DIOS que ellos estén enfermos, prácticamente son esos los que reciben sanidad cuando por ellos se ora.

Otros reciben sanidad muchas veces antes de que se ore por ellos. El tener conocimiento de esto hace que el terreno sea completamente fértil para que la fe perfecta, pueda desarrollarse y crecer. No es asunto de pensar por más tiempo si es la voluntad de Dios o no; porque realmente sabemos que es LA VOLUNTAD DE DIOS. El leproso en el pasaje de Marcos 1:40 dijo: "Si quieres puedes". Jesús contestó: "QUIERO". Permite que ese "quiero" indique por completo para tí que Dios DESEA SANAR AL ENFERMO. Y si EL quiere sanar UNO, también es Su deseo SANAR A TODOS. "El no quiere que ninguno perezca" (2 Pedro 3:9). Santiago dice: "Está alguno entre vosotros enfermo?". Esto es universal para todas las gentes de todas las edades. Jesús "gustó la muerte por TODOS LOS HOMBRES". No existe ACEPCION DE PERSONAS con Dios. El nos dice que estamos pecando cuando tenemos privilegios para unos sobre los otros. Así es que con toda seguridad El no violará Sus propias leyes.
Está escrito (Números 21) acerca de aquellos que fueron mordidos por las serpientes ardientes que "cuando ALGUNO miraba a la serpiente de metal vivía". Hoy día, acontece de la misma manera, TODO AQUEL que mira a Cristo, como su REDENTOR, será salvo. Todos están sobre bases idénticas cuando se allegan a los beneficios de la Expiación. Las palabras "todo aquel" y "todo aquel que desee" siempre son usadas cuando hacemos la invitación a los pecadores, y las palabras "todos los que", "cada uno", "algunos" y "cualquiera" se usan al extender la invitación a los enfermos y a los adoloridos. Ambas invitaciones son siempre universales y sus resultados son siempre prometidos POSITIVAMENTE. Es decir: "Serán salvos", "tendrán vida", "sanarán" ' "se levantaran", "los sanó a todos" y "todos los que tocaron fueron sanados". Una DOBLE PROMESA conlleva IGUALES INVITACIONES, y promete IGUALES RESULTADOS.


A menudo los padres demuestran alguna clase de favoritismo en alguno de sus hijos, pero Dios no obra de esa manera. Cuando llenamos condiciones iguales recibimos cosechas iguales. Cuando hacemos nuestra parte, Dios siempre es fiel para hacer Su parte. Siempre, SIEMPRE. Los beneficios del Calvario son PARA TI. Si Dios sano a TODOS entonces, El todavía sana a TODOS; es decir todos los que vengan a El buscando sanidad. "Jesucristo, es el mismo ayer, y hoy y por los siglos" (Heb. 13:8). "Y le siguieron muchas gentes, Y SANABA A TODOS" (Mt. 12:15). "Y TODOS los que tocaron quedaron sanos" (Mt. 14:36). "Y TODA la gente procuraba tocarle; porque salía de El virtud, y SANABA A TODOS", (Lucas 6:19). "Y como fue tarde, trajeron a El muchos endemoniados; y echó los demonios con la Palabra y SANO A TODOS LOS ENFERMOS, para que se cumpliese lo que fue dicho por el profeta Isaías que dijo: El mismo tomó NUESTRAS enfermedades, y llevó NUESTRAS dolencias", (Mt. 8:16-17).

Cristo está sanando ENFERMOS todavía, de manera que se siguen cumpliendo las palabras del profeta: "El mismo tomó nuestras enfermedades y llevó nuestras dolencias".

Siempre debes recordar que tú estás incluído en la palabra NUESTRAS de Mateo 8:17 y Dios está obligado por Su pacto a continuar SANANDO A TODOS los que están enfermos y débiles de modo que se cumplan las palabras de Isaías. "No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios" (Salmo 89:34).
"Al ponerse el sol, TODOS los que tenían enfermos de diversas enfermedades, los traían a El, y El, poniendo las manos sobre CADA UNO DE ELLOS, LOS SANABA " (Lc. 4:40). "Cómo Dios ungió con el Espíritu Santo y con poder a Jesús de Nazaret, Y cómo éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él, (Hechos 10:38). La SANIDAD ERA PARA TODOS en esos días, y Cristo el Sanador nunca ha cambiado, (Hebreos 13:8). Tan listo estaba Jesús a sanar las enfermedades como lo estaba para perdonar los pecados.

De hecho, en las Sagradas Escrituras, se registran más casos de sanidad divina obrados por El que los que existen del perdón de los pecados. Jesús NUNCA vaciló para sanar los enfermos que eran traídos hasta El.
Si Jesús gustó la muerte que debía gustar cada hombre, El con toda seguridad quiso hacer claro que CADA UNO habría de beneficiarse por el hecho de su muerte. Creemos que ésto es cierto cuando se trata de la salvación del alma y el perdón de los pecados.


El mismo cuerpo que fue quebrantado por nuestros pecados; llevó las heridas y llagas por nuestra sanidad, y si creemos eso, entonces debemos admitir el privilegio de la salvación y de la sanidad divina como dos cosas que funcionan sobre bases completamente iguales. Son similares. Si el pasaje de la Escritura que dice: "Jesucristo es el mismo ayer, y hoy y por los siglos", es cierta y si predicamos la sanidad divina como un derecho legal para los "salvados" seguramente también los ENFERMOS SERAN SANADOS.



EN EL UMBRAL DE LA GLORIA

Por Francis Frangipane
(Profeta)
Antes que Jesús sea glorificado en la tierra, debe ser glorificado en la Iglesia.
Nuestra salvación nos garantiza más que una simple membresía en alguna iglesia y una perspectiva conservadora. Ciertamente, somos uno con Cristo. El Señor Jesús es nuestra cabeza y nosotros somos su Cuerpo. Él es nuestro esposo y nosotros su Novia. Él es el vino verdadero del cual nosotros, sus ramas, tomamos nuestra vida y virtud. Estas imágenes y muchas más, hablan abierta y pasionalmente de nuestra unión eterna con el Hijo de Dios.
Aunque en el plano personal sólo hemos visto de reojo algunos flashes breves de su poder operando en nosotros. Oramos, pedimos y nos esforzamos, pero sólo vemos “viento” (Isaías 26:18). Muchas de nuestras enfermedades sólo reciben la gracia para seguir atravesando el sufrimiento, pero no se sanan. En un plano nacional, sólo durante los picos de los avivamientos y despertares espirituales, la Iglesia pudo ver el brazo del Señor revelado y a la sociedad transformada de una manera significativa.
Sin embargo, mientras el día del retorno de Cristo se acerca, esta ausencia de poder parece estar en un proceso de cambio dramático. De hecho, la promesa del Padre al Hijo es que se cumplirá en su plenitud antes del regreso del Señor y el pueblo de Dios “…se te ofrecerá voluntariamente en el día de tu mando” (Salmo 110:3a).
Hay un “día de poder o mando” que está a la mano. Aunque no sólo esto, acompañar este tiempo de poder será una gloriosa santidad, un brillo radiante que sólo aparecerá sobre el pueblo de Dios: “…en la hermosura de la santidad. Desde el seno de la aurora tienes tú el rocío de tu juventud” (Salmo 110:3b). Mientras se acerca el día del Señor, brillaremos como el rocío iluminado por los primeros rayos de la mañana milenial.
Hacia el final de los tiempos, el mundo verá al Señor Jesús liderando su Iglesia en niveles cada vez mayores de gloria. Un gran poder de Dios descansará sobre los que ahora eligen humillarse a sí mismos ante Él. Libres del orgullo y la auto promoción, la presencia de Dios volverá a revelarse entre su pueblo.
El Dios de Gloria
Casi todos los cristianos que conozco creen que estamos llegando al final de este tiempo. Cuán cerca estamos del final, nadie lo sabe; y en cuanto al regreso de Jesús, nadie siquiera se atreve a presumir. Si nuestra esperanza viene verdaderamente desde el Cielo, la Iglesia anhelante de Cristo que ora está a punto de entrar en un tiempo de manifestaciones extraordinarias de la gloria de Dios. Estamos a punto de entrar en lo que los eruditos bíblicos llaman un “mover dispensacional” del Espíritu de Dios. Durante estos tiempos, el Señor siempre se manifestó a sí mismo en gloria.
Es verdad que nadie ha visto la gloria del Padre, pero en el pasado, Dios el Hijo se manifestó a sí mismo en gloria una gran cantidad de veces. Abraham vio la gloria de Cristo mientras estaba en Mesopotamia. Isaías lo vio en el año en que murió el rey Uzías. Ezequiel cayó ante el viviente cerca del río Quebar. Daniel, David, Habacuc, Salomón, Zacarías y Hageo también vieron la gloria del Señor. En verdad, ¡la Biblia fue escrita por gente que vio la gloria de Dios!
Moisés lo contempló y luego también Aarón, Nadab, Abiú y los setenta ancianos. Éxodo nos dice que estos hombres “…vieron al Dios de Israel. Bajo sus pies había una especie de pavimento de zafiro, tan claro como el cielo mismo” (Éxodo 24:10). De su encuentro con el Todopoderoso, leemos: “Y a pesar de que estos jefes de los israelitas vieron a Dios, siguieron con vida, pues Dios no alzó su mano contra ellos” (Éxodo 24:11).
Piense acerca de ello: “¡Vieron a Dios!”. ¿Puede algo ser más maravilloso que eso? ¿No se siente celoso por esa experiencia donde vieron a Dios? Contemplar la gloria del Señor no sólo es Escritural, sino típico durante un mover dispensacional de Dios. El hecho es que más de tres millones de israelitas vieron la gloria de Dios en el Monte Sinaí. Jóvenes, ancianas y niños, gente de todas las edades y condiciones físicas, todos ellos vieron “la Gloria del Señor reposando sobre el Monte Sinaí” (Éxodo 24:16).
Sin embargo, la manifestación de la gloria no se detuvo en el Sinaí. Toda la nación hebrea siguió la nube de gloria a diario y era iluminada por una columna gloriosa de fuego por las noches. Esto no sólo ocurrió una o dos veces, ¡sino todos los días durante cuarenta años! ¿Cuánto más el Señor de gloria se manifestará a Sí mismo ante nosotros hacia el final de los tiempos?
Jesús dijo que el menor dentro del Reino es mayor que aquellos que se encontraban bajo el antiguo pacto (Mateo 11:11). ¿En qué manera los cristianos son “mayores”? Los que vivían bajo el Antiguo Testamento vieron la gloria de Dios a la distancia, ¡pero Él eligió revelar su Gloria “en” y “a través” de la Iglesia! ¿No está escrito “…el día en que venga para ser glorificado por medio de sus santos y admirado por todos los que hayan creído”? (2 Tesalonisenses 1:10)
De hecho, Jesús no sólo nos dio su nombre y sus palabras (Juan 17:6, 14), ¡también nos garantizó la participación de su esplendor radiante! Depositó la misma gloria que se manifestó en el Antiguo Testamento, en los espíritus de aquellos que fueron lavados y purificados por su Sangre. Dijo: “Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Juan 17:22).
Sí, Dios volverá a revelar su gloria hacia el final de los tiempos. Su integridad así lo requiere. El mundo inconverso recibirá una última y legítima oportunidad para elegir, no sólo entre la Iglesia y el pecado, sino entre el Cielo radiante y los horrores del infierno. En verdad, al final de los tiempos, ambas realidades se manifestarán en plenitud sobre la tierra.





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