Requisitos para estudiar la Biblia (fin) W. Nee

I. LA DISTRIBUCION DEL TIEMPO

Todo aquel que lee la Biblia debe dedicar un tiempo específico a estudiarla cada día. Esto debe hacerse aparte de la lectura que se hace en la madrugada. Por experiencia sabemos que no es sabio dedicar demasiado tiempo a dicho estudio. Cuando designamos mucho tiempo, por lo general no podemos mantenerlo, y en consecuencia no recibimos ningún provecho. Debemos establecernos una norma que sea posible mantener. Para estudiar la Biblia, los siervos del Señorno necesitan dedicar más de dos horas ni menos de una hora cada día. En ocasiones, cuando tenemos más tiempo, podemos extender nuestro estudio hasta tres horas. Debemos tomar una decisión después de meditarlo bien, y una vez que lo hagamos, debemos cumplirla por lo menos por algunos años. No debemos cambiar nuestro horario a los dos o tres meses. Tenemos que aprender a restringirnos y a disciplinarnos. No debemos leer la Biblia sólo cuando nos plazca. Nuestro patrón no debe consistir en hacer una lectura espontánea, indisciplinada ni sólo cuando recibamos “la inspiración”. Muchas personas no son constantes en su lectura. Leen varias horas un día, y al siguiente no leen nada. Esto deja ver una carencia de perseverancia, lo cual es un mal hábito. Después de orar y pensarlo cuidadosamente, debemos decidir qué vamos a hacer, y una vez que tomemos la decisión, debemos cumplirla. Después de decidir cuánto tiempo vamos a dedicar, por ejemplo, una hora al día, debemos planear lo que vamos a hacer en esa hora. La hora debe dividirse en varios períodos y en cada uno se debe usar un método diferente de estudio.Algunos métodos son similares a la siembra de árboles, en que los resultados se ven sólo a los ocho o diez años; otros son como la siembra de legumbres, que se cosechan cada año. Los métodos que en ocho o diez años no producen ningún resultado, lo desaniman a uno con facilidad. Por eso necesitamos un método como el de “la cosecha de legumbres”, que produzca resultados en dos o tres meses; necesitamos métodos que animen a los principiantes a seguir adelante. Es muy fácil cansarse después de estar haciendo la misma cosa una hora entera, y es fácil darse por vencido cuando no se ven resultados inmediatos. Por esta razón, es aconsejable dividir la hora en varios períodos.
A. El primer período:

temas profundos Supongamos que dedicamos veinte minutos al primer período. En ellos uno sedebe dedicar a estudiar temas profundos de la Biblia. Se requieren años de estudio para obtener beneficios con este método. Lo mismo sucede con las profecías, los tipos y la muerte del Señor Jesús. El estudio de pasajes como el sermón del monte, las profecías del monte de los Olivos, las parábolas de Mateo 13, el discurso final del Señor Jesús en el evangelio de Juan, y las ens eñanzas relacionadas con las cuatro dispensaciones no producen resultados inmediatos. Tenemos que dedicar meses y a veces años estudiándolos antes de poder ver algo. Si deseamos encontrar algo en el Antiguo Testamento que se relacione con estos temas, debemos estudiar Génesis y Daniel, y también Exodo, Levítico y Josué. Si queremos saber más sobre las profecías, a esa lista debemos agregarle Zacarías. El primer libro que debemos estudiar en el Nuevo Testamento es Mateo, y luego Romanos; después, Apocalipsis y Hebreos. Luego debemos continuar con el estudio del evangelio de Juan o con las epístolas a los Efesios o a los Gálatas. Una vez que hayamos estudiado estos libros, tendremos un fundamento del Nuevo Testamento. Estos estudios no traen beneficios inmediatos; tenemos que leerlos docenas de veces para poder extraerles algo. Esta clase de estudio debe ser hecho durante el primer período, cuando nuestramente está más despejada, y podemos abordar temas más serios. Yo sólo comparto esto a modo de principio. Cada uno de nosotros debe decidir de qué manera usar su tiempo. Debemos tener en cuenta que después de estudiar veinte minutos, es posible que estemos tentados a extender la lectura a treinta minutos. Debemos vencer esta tentación. Si hemos tomado la decisión de leer solamente por veinte minutos, debemos mantenernos firmes en ello. Si resistimos la tentación de extender nuestro tiempo, también resistiremos la tentación de reducir nuestro tiempo de veinte a diez minutos. Una vez que hayamos tomado una determinación delante del Señor, tenemos que disciplinarnos y cumplirla. Es preferible estar atorado en algo por diez años que pasarlo de largo a los diez días. Nunca debemos ser descuidados ni casuales. Tenemos que ser disciplinados.
B. El segundo período:


Temas de menor importancia Durante los segundos veinte minutos, debemos dedicarnos a temas de menor importancia, como por ejemplo al estudio de palabras específicas. Hay por lo menos doscientas o trescientas palabras en la Biblia que necesitan un estudio profundo. Por ejemplo, la palabra sangre aparece en la Biblia unas cuatrocientas veces. Debemos repasar todos los versículos que hablan de la sangre, anotar los más importantes, y agrupar los que tienen significados afines. De esta manera recopilaremos una lista de pasajes. Esto nos ayudará más que usar una concordancia. También sería bueno memorizar todos estos versículos. Después de esto, el Espíritu de Dios nos dará revelación. Cuando la revelación llegue, podremos recordar todos los versículos relacionados con ese tema. La palabra invocar fue estudiada por algunos hermanos que agruparon los versículos en diez secciones . Podemos dedicar veinte minutos al día para estudiar estas palabras. No espere terminar el estudio de una palabra en un día. Algunas palabras requieren dos meses para completar su estudio. Se requiere tiempo para estudiar la Biblia; no debemos ser descuidados al respecto, de lo contrario, no tendremos la espada del Espíritu, sino una caña inservible. Tenemos que profundizar en la Palabra. Si estudiamos la Palabra con esmero, nuestra pred icación tendrá solidez. Si nuestro estudio de la Palabra es desordenado, nuestra predicación también lo será. Supongamos que alguien viene a nosotros y nos dice que la sangre puede darnos una vida nueva. Si hemos estudiado cuidadosamente la palabra sangre, sabremos que esa enseñanza es errónea. La vida que se encuentra en la sangre es la vida psicológica, no la vida nueva. Tenemos que familiarizarnos con las enseñanzas fundamentales de la Biblia. De lo contrario, tomaremos lo que otros dicen y seremos desviados por sus errores. El conocimiento fundamental de las enseñanzas de la Biblia no llega a nosotros en un instante. Debemos estudiar cada palabra cuidadosamente una por una a fin de saber de qué trata la Biblia en conjunto.
C. El tercer período:


Recopilación de verdades En el tercer período debemos dedicar diez minutos recopilando verdades. Debemos hacer esto todos los días. ¿Qué debemos recopilar? Todos los metales que se mencionan en la Biblia, como por ejemplo oro, plata, hierro y bronce, los cuales tienen un significado especial. También las piedras preciosas. No pensemos que éstos son temas secundarios. Estos juegan un importante papel en la interpretación de las Escrituras. ¿Por qué la serpiente mencionada en Números era de bronce? ¿Por qué en Apocalipsis 1:15 dice que los pies del Señor eran “semejantes al bronce bruñido, fundido en un horno”? ¿Por qué la cabeza de la imagen que aparece en el sueño de Nabucodonosor era de oro? ¿Por qué algunos de los utensilios del templo eran de oro? ¿Por qué el arca estaba cubierta de oro y no de plata? ¿Por qué las bases del tabernáculo eran de plata? En Zacarías 5 se habla del plomo. ¿A qué se refiere esto? Tenemos que estudiar estas cosas cuidadosamente para entender su significado exegético. Durante este tiempo, debemos coleccionar todas estas verdades y anotar los versículos uno por uno. Más adelante, podemos dedicar el primer período de nuestro estudio a meditar en ellos, o podemos leer acerca de ellos en el segundo período. En otras palabras, durante el tercer período, recopilamos el material que hemos de estudiar en el primer o segundo período. El libro de Efesios menciona quince veces el espíritu. Podemos usar el tercer período a encontrar esos quinceversículos. Efesios 1:13 habla del sello del Espíritu, y podemos apuntar todos los versículos del Nuevo Testamento que hablan del sello. Efesios 1:17 habla del espíritu de sabiduría y de revelación, y podemos hallar todos los versículos que vinculen el espíritu con la sabiduría. Después de coleccionar y escoger todas estas verdades, tenemos que estudiarlas en los veinte minutos del primer o segundo período. Si no coleccionamos y seleccionamos estas verdades con anticipación, nuestro estudio no tendrá base ni exactitud.

D. El cuarto período:

Paráfrasis; En el cuarto período, de diez minutos, hacemos diversas paráfrasis de la Biblia. Cuando tenemos un entendimiento fresco de un pasaje de la Palabra, debemos escribir todo el pasaje en un lenguaje sencillo y de fácil comprensión para los demás. Una persona adiestrada en este ejercicio hallará que toda palabra de la Biblia es significativa e importante. Esto requiere un trabajo muy minucioso. Pueden requerirse varios días para parafrasear un versículo. Debemos tocar con nuestro espíritu el pensamiento del Espíritu Santo y ser accesibles para recibir las debidas impresiones. Nuestros pensamientos deben armonizar con el pensamiento de los escritores de la Biblia. Tenemos que usar básicamente las mismas expresiones, añadiendo algo de explicación para aclarar el significado. Se debe hacer una paráfrasis de cada párrafo. Parafrasear un solo versículo es muy poco, y parafrasear todo un capítulo es demasiado. Agrupemos algunos versículos que obviamente formen una sección, leamos toda la sección, y después parafraseemos versículo por versículo. Parafrasear es muy diferente a traducir. La traducción es breve y no es losuficientemente detallada. Pero cuando parafraseamos, no nos extendamos demasiado, o terminaremos dando explicaciones demasiado detalladas. El parafraseo contiene algo de traducción y algo de exégesis; se halla entre estos dos extremos. La exégesis es la interpretación de la Biblia con nuestras propias palabras, mientras que la paráfrasis es la narración de un pasaje en la que se procura transmitir el tono que uno percibe en los escritores bíblicos. La traducción es una simple interpretación del significado del texto original, mientras que la paráfrasis agrega algo de explicación. Por consiguiente, la paráfrasis se encuentra entre la exposición y la traducción. Cuando parafraseamos, comunicamos el tono de los escritores bíblicos, pero agregando un poco de nuestra propia explicación. Parafrasear ayuda a los demás a entender las palabras de la Biblia que no comprenden. Veamos algunos ejemplos. Romanos 1:1 dice: “Pablo, siervo de Cristo Jesús...” (Reina-Valera, 1960). Podemos parafrasearlo así: “Pablo, esclavo de Cristo Jesús”. Pablo usó la palabra siervo con la idea que él era un siervo sin libertad, un esclavo. Nosotros decidimos si hemos de interpretar el significado de la palabra siervo, pero esto requiere otra clase de parafraseo. Sin embargo, parafrasear no requiere interpretación. Si tratáramos de interpretar este versículo, habríamos escrito: “Yo, Pablo, fui vendido al pecado; pero la sangre del Señor Jesús me compró, y ahora soy Su esclavo”. Si escribiéramos esto, expresaríamos tanto el derecho del Señor, como nuestra consagración. Fuimos vendidos al pecado, pero el Señor nos redimió. Ahora nos agrada servirle y escogemos servirle voluntariamente. Nos volvimos Sus siervos porque El nos compró y porque nosotros decidimos servirle. Cuando explicamos por qué Pablo era esclavo, hacemos que sus palabras sean diáfanas como el cristal. La siguiente oración dice: “Apóstol llamado”. Es fácil pensar que Pablo fue llamado para llegar a ser un apóstol. En verdad, esta expresión puede traducirse: “Llamado como apóstol” o “llamado a ser apóstol”. El no fue llamado para llegar a ser un apóstol, sino que fue llamado como apóstol. En el versículo 7 encontramos la misma expresión: “A todos los que estáis en Roma, amados de Dios, llamados a ser santos” (Reina-Valera, 1960). La expresión a ser presenta el mismo problema. Muchas personas han sido creyentes toda su vida; sin embargo, no se consideran santas. Según el texto original, la expresión debe ser: “santos llamados”, lo cual significa que ellos fueron llamados como santos. No fueron llamados para que luego llegasen a ser santos. La palabra llamados es unadjetivo, no un verbo. Esto nos muestra la clase de apóstoles y de santos a los que se alude. Explica una condición, no una acción. Al parafrasear descubrimos muchas verdades bíblicas en las frases y en las expresiones. Examinemos Romanos 6:6, donde dice: “Nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con El”. Este versículo puede expresarse de diferentes maneras. Se puede parafrasear así: “Puesto que mi hombre viejo fue crucificado con El, yo ya no tengo que ser crucificado”. Si hacemos énfasis en que nuestro viejo hombre fue crucificado con El, podemos decir: “Puesto que Dios nos puso en Cristo, fuimos crucificados junto con El”. Esto se basa en el versículo 11, que dice: “Consideraos muertos al pecado ... en Cristo Jesús”. Dado que estamos en El podemos estar con El, y viceversa. Sin estar en El, no podríamos estar con El. Quienes no están en Cristo, no pueden ser crucificados juntamente con El. Como Dios nos puso en Cristo, podemos ser crucificados con El. La labor de parafrasear tiene como fin hacer que una oración sea inteligible. Cada versículo tiene ciertas palabras cruciales, a las cuales debemos prestar atención. Si nos encontramos con un versículo que no entendemos bien, debemos pedirle al Señor que nos alumbre para que podamos expresar el versículo en un lenguaje más sencillo que el original y con una expresión más concisa que explicativa. Cuando tengamos que laborar mucho en una oración gramatical, debemos preguntar: “¿Por qué es tan difícil entender esta oración?” Tenemos que asirnos de todos los términos cruciales de la Biblia a fin de poder parafrasear. Por ejemplo: Si observamos la palabra que se traduce crucificado, nos daremos cuenta de que se refiere a un hecho cumplido. Por consiguiente, podemos volver a escribir este versículo así: “Ser crucificado con Cristo es un hecho que ya se llevó a cabo; no es una experiencia que debemos procurar”. Cristo fue crucificado. El ya pasó por la cruz, pero nosotros no necesitamos sercrucificados independientemente, pues ya fuimos crucificados con El. Para nosotros éste es un hecho consumado. Así que sólo nos queda una sola manera de parafrasear este versículo. Toda persona tiene su propia manera de parafrasear. Todo depende de cuánta claridad necesitemos o cuánta clarificación necesiten los demás en algún aspecto. Lo que escribamos, tenemos que escribirlo de tal modo que quienes no entiendan un versículo lo puedan entender. Estudiemos 1 Corintios 3:1, que dice: “Y yo, hermanos, no pude hablaros como a hombres espirituales, sino como a carne, como a niños en Cristo”. La palabra sino tiene mucho significado, pues indica que ellos habían sido creyentes por bastante tiempo. Para entonces debían saber lo que significa ser espiritual y lo que significa estar bajo la disciplina del Espíritu Santo. Sin embargo, en muchasáreas estaban bajo la influencia de la carne, andaban por la carne, y no se sujetaban a la autoridad del Espíritu. Pablo no podía hacer otra cosa que considerarlos carne. Si observamos por un momento la expresión niños en Cristo que Pablo usa, veremos que lo que quería decir era: “Vosotros habéis perdido mucho tiempo. Es tolerable que un creyente nuevo esté bajo lainfluencia de la carne, pero vosotros habéis sido creyentes por muchos años, y todavía estáis bajo el poder de la carne. Hasta hoy, no habéis crecido en Cristo, y todavía tengo que alimentarlos con leche”. Debemos escribir lo que entendamos con respecto a este pasaje. De esta manera, cuando leamos de nuevo lo que escribimos, entenderemos claramente el significado del pasaje. Si practicamos esto diez minutos al día, cuando terminemos 1 Corintios habremos percibido laintención de Pablo en esta epístola. La distribución del tiempo de la que hablamos es una sugerencia basada en la experiencia que otras personas han tenido. En la práctica, cada quien puede hacer los arreglos correspondientes según sus necesidades específicas ante Dios.

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