Con la mirada puesta en Cristo.


Charles Fox Parham (1873 – 1929)
“El padre de Pentecostés”

Para fines del siglo diecinueve, en los estados del medio oeste de Estados Unidos de América muchos metodistas y otros creyentes simpatizantes del movimiento “Santidad” estaban obsesionados con sanidad divina y la posibilidad de hablar en lenguas. Entre ellos figuraba Charles Fox Parham, universitario de dieciocho años de edad. Este creía en “el bautismo con el Espíritu Santo y con fuego”.
Parham, fue un niño y joven de condición enfermiza, sufría serios padecimientos que lo acompañaron en sus primeros años de vida. En su lecho de enfermedad le fue revelada la sanidad divina, la cual la declaró sobre su cuerpo y fue sano de todas sus enfermedades.
Siendo muy joven recibió el llamado de Dios, el cual atendió una vez que sus enfermedades abandonaron su cuerpo.
Lo que Dios tenía preparado para él era algo grandioso, traería el “bautismo en el Espíritu” como se mencionaba en los Hechos de los apóstoles. Comenzó a predicar y tras él lo seguían sanidades divinas, señales, prodigios, milagros financieros, salvación y manifestaciones del Espíritu Santo.
Al igual que otros ministros de Dios , sufrió gran persecución por parte de los mismos cristianos ya que él no avalaba las denominaciones.
Fue atacado duramente por la prensa con acusaciones falsas, algunos trataron de envenenarlo a él y sus compañeros de Ministerio. Su esposa e hijos también eran dañados constantemente por las acusaciones tan severas que hacían contra su ministerio y su propia vida.
A pesar de todo esto Parham, seguía fiel al Señor. Sus convicciones eran más fuertes que las acusaciones. Tenía una comunión tan cercana a Dios que esto le animaba diariamente para hacer la obra que Dios le había encomendado. Las calumnias que lo acosaron jamás lograron que se apartara de su llamado.
Actualmente estamos muy acostumbrados a las diversas manifestaciones del Espíritu pero en la época de Parham esto era casi una herejía. Por eso, Charles Parham es considerado como el padre del Pentecostés, por traer a nuestros días la vivencia de los Hechos de los apóstoles.
En su lecho de muerte, se escuchaba decir estas palabras: “Cuando me encuentre con mi maestro cara a cara, no podré vanagloriarme de ninguna buena obra que haya hecho; pero podré decir que he sido fiel al mensaje que Él me dio, y viví una vida pura y limpia”.
Antes que Charles Parham muriera, su ministerio contribuyó a más de dos millones de conversiones, directa o indirectamente. Las multitudes que asistían a sus reuniones con frecuencia ascendían a más de 7000 personas.
Su vida ejemplifica la dura realidad de la persecución y el conflicto que siempre acompañan a los líderes de avivamientos enviados por Dios. La mayoría lo recuerdan por su amor sacrificial y, principalmente por su fidelidad. El mayor clamor de Dios es que seamos fieles a Su Plan.

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