AGUAS PROFUNDAS



Tengo otra razón para creer que los libros que tratan del caminar interno no son dañinos. Los libros animan al lector a separarse del mundo, a entender el significado de la muerte. Por medio de tal lectura, un creyente gana una visión de las cosas que necesitan ser conquistadas, cosas que necesitan ser destruidas. Al leer estos libros el cristiano se empieza a dar cuenta de que él no tiene la fuerza suficiente para tales empresas, y, por tanto, empezará a volverse al Cristo qué anida en el interior y a extraer de Él la fuerza para tal aventura. 


Ningún cristiano debería nunca de asumir el papel de ser su propio líder espiritual, sobre todo cuando tiene una naturaleza muy religiosa. Necesita darse cuenta que requiere la ayuda de alguien más para guiarle en su camino hacia el espíritu de Dios. Hay, por supuesto, peligros al dirigirse a otro en busca de una guía espiritual. Un creyente podría acercarse a alguien que busca agenciarse seguidores para sí. Una persona así, por supuesto, pondrá límites a la gracia de Dios y fijará barreras que impidan avanzar al creyente. A menudo este líder cristiano cree que Sólo hay un camino... 

¡su camino!


 De buen grado haría que todo el planeta caminara sólo de esa manera. Esto encierra un gran mal. El líder que fija todas las cosas en la vida más alta y, sin embargo, establece una dirección en específico, evita que Dios se comunique con aquel que busca la verdad. A lo mejor tendríamos que hacer con la vida espiritual lo que hacemos en las escuelas. El estudiante no permanece siempre en la misma clase, sino que cada año le traspasan a una clase superior. El profesor de sexto grado no enseña lo que ha sido expuesto en el quinto. La educación humana es de poco valor, y sin embargo se le presta una gran atención. 


La ciencia divina es mucho más importante y necesaria, pero es descuidada. ¿Habrá alguna vez una escuela de oración?* Pero, ¡ay! Aquellos que buscan el estudio de la oración lo que hacen es estropearla. Enseñan oración y después establecen normas y toman medidas al Espíritu de Dios. Mas el Espíritu no tiene medidas, ni está confinado a normas. Os empujaría a observar que no existe tal cosa como un creyente quesea incapaz de conocer a su Señor, hasta cierta medida, de una manera más profunda. Ninguno de nosotros tiene razón alguna, sea cual sea nuestra disposición o nuestro pasado, para no aplicarse en conocer al Señor de una forma más personal e íntima. La persona más torpe es  Capaz de algo así. Lo sé porque lo he visto. 

Ha habido personas que han pedido mi consejo y que parecían casi incapaces de tener luz espiritual y que también parecían poco propensas a seguir aventura espiritual alguna, y también ha habido aquellos que, una vez embarcados en una empresa espiritual, tras un tiempo decidieron abandonar el barco totalmente. A pesar de esto, y de su natural repugnancia a los tratos del Señor, los primeros continuaron y lograron cierto avance. He visto a estas personas, en el transcurso de varios años, alcanzar un nivel alto en la senda espiritual. A menudo estos con los que he tratado me han dicho que se habrían rendido si no hubiesen obtenido mi ayuda. Entonces, ¿qué hubiera ocurrido si alguien, habiéndoles observado durante cuatro o cinco años sin hacer progresos, les hubiese dicho que simplemente no podían ser abrazados por el calor del Amor de Dios? O puede que les hubieran dicho, “Sencillamente no has sido llamado a esta clase de relación con Cristo.”

(Guyón no estaba hablando de seminarios, escuelas bíblicas, ni cosas por el estilo, sino de apóstoles de Cristo con un llamado celestial que enseñan de una forma divina lo que ellos ya han experimentado en su Señor tras años de  personal caminar.)

Me dirijo a ti, creyente: tú, tanto como el que más, eres adecuado para conocer el designio de Dios para tu vida. Si eres fiel puedes llegar a conocerle mejor que aquellos con gran intelecto y razonamiento... esos que antes estudiarían la oración y los asuntos espirituales en vez de experimentarlos. No importa lo pobre que sientas que puedas ser. Estás bien adaptado para conocer al Señor si haces sólo una cosa: no te hartes; espera con humildad en Su presencia hasta que la puerta se abra.Por otro lado, aquellos  Con gran razonamiento y entendimiento parecen incapaces de mantener siquiera un instante de silencio ante Dios. Tal cristiano posee una facilidad admirable de sacar una retahíla de palabras, sabe orar, se sabe todas las partes de la oración, es capaz de hablar con claridad y exactitud de todos los temas espirituales y parece estar muy a gusto consigo mismo por hacer estas cosas. Y, sin embargo, diez o veinte años después esa persona se encuentra en el mismo sitio que hoy en su vida espiritual 



¿Cuál de los dos está más cualificado para seguir el camino al interior? ¿No es verdad, aun en el nivel humano, que la criatura más miserable que se dispone a amar lo hace sin un plan o un método? El más ignorante en el tema del amor a menudo es el más diestro. Lo mismo es cierto, excepto a un nivel considerablemente superior, cuando tratamos con el tema del amor divino. ¡Me dirijo a vosotros que guiáis a otros cristianos en su caminar con Cristo! Si se allega a vosotros una persona que sabe poco de las cosas más profundas de Cristo, sólo tienes que hacer una cosa: enséñale a amar a Dios. Enséñale cómo zambullirse en ese amor. Pronto aquel será un conquistador. Y si da la impresión de ser alguien bien predispuesto a amar, ¡permítele que lo haga todo lo mejor que pueda, y que espere pacientemente hasta que el Amor mismo le transforme en amor! Y deja que ame a su Señor a su manera y no a tu manera.

Oh, mi Dios, cuándo entenderán los hombres a enseñar a otros a testificar en amor
 MADAME GUYON

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