EL PROFETA MOISÉS Y LA SOBREPROTECCIÓN

Por Bill Hammon
Moisés fue un profeta que también tuvo que cumplir el papel de pastorear a tres millones de personas del pueblo de Dios. El llevó la vara pastoral y el báculo en su mano para pastorear y conducir al pueblo de Dios desde la esclavitud de Egipto hacia la libertad en el desierto, y de acuerdo con la profecía, él tuvo que llevarlos hasta la tierra prometida. Pero Moisés tuvo una virtud humana que llegó a ser un vicio, una fortaleza personal que, llevada al extremo, vino a ser una doble debilidad.
Un Peligro para los Pastores-Profetas. La trampa de Moisés -
la que lo apartó de cumplir su profecía personal concerniente a entrar en Canaán - le vino a través de un dilema enfrentado por todos los pastores-profetas.
Él se desgarró entre la misericordia humana y la compasión por un lado, y el juicio de Dios y el propósito profético por otro. La raíz del problema de Moisés fue ser sobre protector de su propio rebaño pastoral y demasiado insistente en que Dios tenía que preservar la generación ya establecida en lugar de comenzar una nueva.
Cuando Moisés se paró en medio entre la ira de Dios y la desobediencia del pueblo (Ex. 32: 7-14), él se constituyó en un tipo de nuestro Señor Jesucristo, el intercesor y mediador entre Dios y la humanidad. Pero esta actitud de Moisés tuvo otra faceta que nosotros debemos reconocer. Desde la perspectiva del propósito profético de Dios, la actitud de Moisés fue un obstáculo al cumplimiento del ministerio total que le fue profetizado por el gran YO SOY mismo.


Durante aquellos días en el desierto, los Israelitas tentaron a Dios die
z veces con murmuraciones y reclamos (Ver Nm. 14:22). Dios dijo repetidamente a Moisés que su congregación estaba llena de santos testarudos y obstinados que pertenecían al “viejo orden”. Dios y Moisés sacaron los Israelitas fuera de Egipto, pero ellos nunca fueron capaces de sacar a Egipto fuera de los Israelitas, o sea, de la vieja generación de Israelitas.
Dios dijo a Moisés varias veces que él quería matar la vieja generación y levantar una nueva que tendría la voluntad de seguir a Moisés dentro de Canaán. Pero cada vez, Moisés discutió con Dios, insistiendo en que él debía preservar la vieja generación. El resultado final fue que la murmuración de los viejos Israelitas finalmente impulsó a Moisés más allá de su paciencia; así que él enojado golpeó la roca en lugar de hablarle de acuerdo con las instrucciones proféticas de Dios (Ex. 20:7-13).
Debido al acto de impaciencia, frustración, obstinación y desobediencia de Moisés, Dios canceló la parte de su profecía personal que decía que él entraría en Canaán.
Lecciones a Aprender.
Tres verdades bíblicas se manifiestan en este incidente.

Primero, nuestras acciones pueden cancelar parte de lo que ha sido profetizado a nosotros personalmente, aun cuando mucho de lo que se nos ha profetizado ya haya sido cumplido. El cumplimiento de todas las profecías restantes en nuestras vidas depende de nuestra continua obediencia, fe y paciencia.

La segunda verdad revelada aquí es que la Gracia de Dios para poder resistir algo no se extiende más allá de los límites del propósito de Dios. Cuando demandamos que Dios haga las cosas a nuestro modo, entonces estamos solos, El bien puede darnos justamente lo que queremos pero, para nuestra propia destrucción.
Nosotros vemos esta realidad no solamente en el incidente de Moisés, sino también cuando los Israelitas se quejaban acerca del maná en el desierto, pidiendo en su lugar carne. Dios les dio lo que pedían al enviar codornices, pero cuando ellos aún comían la carne, una severa plaga brotó y mató a muchos (ver Nm. 11).
En el Nuevo Testamento asimismo nosotros leemos que aquellos que odiaron la verdad e insistieron en encubrir la falsedad, obtuvieron al final lo que desearon, para su propia condenación: “Y con todo engaño de iniquidad para los que se pierden por cuanto no recibieron el amor de la verdad para ser salvos. Por tanto Dios les envía un poder engañoso, para que crean la mentira” (2° Ts. 2:10,11), dijo el Apóstol Pablo.
Es mejor permitir que los propósitos proféticos y decretos de Dios prevalezcan más bien que fastidiarlo con lo que nosotros pensamos es una mejor idea, recuerde lo que pasó con el rey Ezequías de Israel: cuando Dios decretó proféticamente a través de Isaías que él moriría, el rey lloró amargamente e imploró por una extensión de su vida (ver Is. 38). En respuesta Dios le concedió a Ezequías 15 años más de vida. Pero en esos años que se añadieron, la conducta de Ezequías llevó a la nación al desastre. Tanto Ezequías como el pueblo de Israel hubiesen estado mejor si el pronunciamiento profético original de Dios se hubiese mantenido.

La tercera verdad es que la compasión pastoral y el propósito profético estarán algunas veces reñidos causando fricción y aún conflicto dentro de la iglesia local entre el pastor y el profeta. De modo que la determinación de buscar juntos humildemente a Dios para determinar Su deseo para la congregación es crítica para mantener la unidad en el liderazgo de la iglesia local.
Desde el punto de vista de la compasión humana y de un corazón pastoral, debemos juzgar digna de elogio la intercesión e insistencia de Moisés. Pero desde una perspectiva profética su acción fue tonta y fútil. Solo pospuso el juicio de Dios; Dios todavía tuvo que matar a casi enteramente la vieja generación antes de que El cumpliese con la promesa profética dada a Abraham unos cuatro siglos antes. (Ver Gn. 15:16).
Nosotros normalmente alabamos al Moisés y culpamos a Saúl por su conducta, pero fallamos en darnos cuenta que Moisés canceló su profecía concerniente a Canaán así como Saúl canceló su profecía concerniente al reinado sobre Israel.
Moisés fue removido y Saúl lo fue también, Josué fue levantado para llegar a ser el nuevo líder de la nueva generación que entró en Canaán. De una manera similar ahora, una “Compañía Davídica” está reemplazando el viejo “orden de Saúl”, una generación de Josué está reemplazando el viejo orden de la “generación del desierto”. Ellos entrarán al Canaán de la Iglesia para completar el propósito profético de Dios.

Los Pastores de Hoy no Deben ser Sobre protectores. Moisés es un caso típico del profeta que es pastor presidente de una congregación. Cuando los pastores profetas son sobre protectores de su rebaño - tan motivados por la misericordia que no pueden permitir que Dios castigue adecuadamente a aquellos que están bajo su cargo, ellos se colocan a sí mismos en el tipo de trampa de Moisés. Aquellos fieles miembros de la iglesia del “viejo orden” a quienes la “Misericordia Pastoral” se siente tan obligada a proteger y preservar, llevaran eventualmente a él o a ella a pecar contra Dios y cancelar su propósito profético final. Dios eventualmente quitará al Pastor y levantará uno nuevo que lleve a la generación de Josué a la tierra prometida.

Yo he escuchado a Dios decirles a muchos pastores en profecía que algunos miembros de su iglesia no creerán ni caminarán con Su visión para esa iglesia. La palabra de Dios dijo a esos pastores que dejaran a esa gente irse y que no trataran de evitarlo. El Señor no puede llevar pueblo a su ministerio profético prometido a menos que ellos crean y respondan adecuadamente.


El propósito de Dios es más grande que las preferencias humanas. No hay diferencia aun si alguien es un miembro fundador de una iglesia que ha dado miles de dólares. Los pastores - proféticos deben seguir las directrices divinas de Dios. Si en vez de eso son sobre protectores, motivados por demasiada misericordia o atados por un sentido de obligación hacia la parte del viejo orden de la congregación, entonces ellos probablemente morirán en el desierto junto con esos miembros de la Iglesia y nu
nca entrarán al presente mover de Dios, ni nunca cumplirán su potencial profético total.

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