el León de la tribu de Judá, la Raíz de David

Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío.

Tenemos también la palabra profética más segura

Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos HOMBRES DE DIOS hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.

Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida

Pero levantándose Pedro, corrió al SEPULCRO; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.

Porque en él fueron creadas todas las cosas

El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.

He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo

El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto

SOBRE LO PROFETICO


Profecía : ¡Es para todos!
Por John Mark Pool
clip_image002Dios nos creó a su imagen y sopló en la humanidad el primer aliento profético para que tengamos comunión eterna con Él. Nunca dejó de hablarle a su Creación. Dios nos hizo para tener compañerismo con Él y así multiplicarnos, llenarlo todo y tomar dominio de su Reino en la tierra como en el Cielo.
Para extender el Reino de Dios, les entregó dones a los hombres y le habló a su Creación. Al hablarnos, Dios escogió un canal conocido como profecía para comunicarles sus secretos a la Creación, comenzando por el hombre y hacia todos los elementos de la tierra. Tenga en mente que la gente fue creada para tener comunión con Dios. La comunicación, en su forma más básica, es hablar en cualquier forma de lenguaje con algún otro. En ese proceso, Dios comienza con su orden supremo de comunión, la humanidad, porque somos los que tenemos la carga de “tomar dominio y multiplicar” el Reino de Dios en la tierra, así como en el Cielo. La profecía es el canal más importante de los mensajes de Dios hacia su Creación.
“En verdad, nada hace el Señor omnipotente sin antes revelar sus designios a sus siervos los profetas” (Amós 3:7).

No necesitamos ser profetas para oír a Dios o profetizar sus palabras. Sí, existe un oficio de profeta que es una función en una posición de liderazgo en la administración de los dones entregados para el beneficio de toda la Iglesia. Pero no todos deberían anhelar estar en ese oficio o en algún otro oficio de liderazgo. Tenga en mente que cuanta mayor responsabilidad haya en su llamado, mayor tiene que ser el estándar de consagración en su vida. Llevar un título no equipa a la persona para las responsabilidades que acompañan el llamado de Dios. ¡Considere esto cuando desee un título en el liderazgo!
Sin embargo, si entrenamos a los jóvenes confiadamente, ayudándoles a profetizar y no sólo a anhelar un título o una posición, encajarán en el lugar donde Dios los quiere. Debemos buscar al Señor en cada parte de nuestro llamado, pero especialmente cuando comenzamos a comprender el significado de “todos deben profetizar” (1 Corintios 14).

“Así que, hermanos míos, ambicionen el don de profetizar, y no prohíban que se hable en lenguas” (1 Corintios 14:39).
Además está el oficio del profeta, pero alcanzar este oficio o título, no es nuestro objetivo en esta aventura de las asignaciones en el Reino. No podemos hacer que nadie sea un profeta, esa es una decisión de Dios. Pero podemos entrenar a muchos para que “deseen profetizar”. Piense en un equipo deportivo como el fútbol. Tienen pocos entrenadores, pero en los juegos hay más jugadores en el campo que entrenadores en el banco. Durante el juego, se combinan los jugadores y los entrenadores. Profetizar es siempre un trabajo en “equipo” para extender el Reino de Dios, no individualmente o para unos pocos escogidos.
La meta es que todos puedan oír y discernir la voz de Dios y equiparlos para hacer la obra del ministerio para que puedan cumplir su llamado. Mientras alcanzamos esto, debemos enfocarnos en el cuadro completo de todos en la familia del Señor creciendo hasta la estatura de Cristo, para que podamos ser edificados sobre la Iglesia y no sobre nuestros dones. Verdaderamente, debemos desear, ser entrenados y profetizar acerca de Jesús a un mundo en desesperación. ¡Cada uno de nosotros debe ser la palabra de Dios para un mundo herido!

En esta aventura del camino profético, es importante comprender algunos términos proféticos y cómo aplicarlos acorde a cada persona, grupos pequeños, comunidad de creyentes y todo el Reino de Dios. Mientras cada uno de nosotros madura en lo profético, cada persona debe familiarizarse con el vocabulario profético y cómo aplicarlo a la vida diaria, no sólo a un servicio en la Iglesia
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Términos proféticos básicos

Profecía

Es la comunicación dirigida por Dios hacia su pueblo. Además, la profecía es uno de los canales de comunicación sobrenatural de Dios. La profecía, como lenguaje del Señor desde el Cielo a la tierra, es predictivo para la humanidad cuando Dios habla por medio de sus profetas antes que ocurran eventos de interés sobre la tierra. Por eso se llama profecía, que implica decretar los eventos antes que ocurran. Sin embargo, tan interesante como parece, la profecía no se limita a predecir los eventos terrenales futuros, es la respuesta de Dios para los eventos que preparó de antemano para bien.
Podemos pelear con la palabra profética cuando se suelta para manifestar los planes de Dios, los cuales ocurrirían de una manera diferente por sí solos. Por eso la fe en Dios es esencial en lo profético, así como una comprensión clara de nuestro rol vital como hijos de Dios.

Derribando un mito profético
Un mito que necesitamos exponer en la profecía es el dicho: “Pondré la palabra profética en el estante y si es de Dios va a pasar, pero si no, no venía de Él”. Eso no tiene un gramo de verdad respecto de la profecía de Dios y carece de fundamento bíblico.
Debemos conocer al dador de la profecía, comprender el espíritu de verdad que rodea a la palabra que dijo, como un mensaje respetable y luego, si viene del espíritu correcto (el Espíritu Santo) y no de la carne o por influencia demoníaca, comenzamos a interceder y orar para traer esta palabra a existencia. Esta es la intención de Dios. Eso significa que todas las palabras proféticas son condicionales en el nivel de nuestra participación junto a la expectativa de Dios. La profecía es la misma Palabra de Dios, inclusive su corazón. Siempre compare el mensaje que encontramos en el libro de Jonás sobre el corazón de Dios para la profecía. ¡El deseo de Dios es rescatar la Creación perdida!

Los psíquicos son falsos profetas
Amigos, no le crean a cualquiera que diga hablar por el Espíritu. Debe probarlos para ver si su espíritu viene de Dios. “Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo” (1 Juan 4:1).
El sistema del mundo, aparte de la familia de Dios, asume a los psíquicos como profetas, pero no lo son. Las palabras de los psíquicos son inspiradas por los demonios, como la adivinación. A los psíquicos les agrada ser comparados con los profetas, aunque es correcto compararlos con los falsos profetas.

En qué se diferencian los psíquicos de los profetas

Los psíquicos roban las verdades de Dios como si surgieran de sus poderes especiales, luego distorsionan y revelan estas palabras como si fueran profecías psíquicas. Dios conoce las intenciones de nuestro corazón, pero los psíquicos anhelan engañar a muchos para alejarlos del Reino de Dios. Por eso la profecía se debe tratar por el espíritu que está propagando la Palabra. Dios juzga las motivaciones e intenciones del corazón. ¡No podemos ignorar lo concerniente a los dones espirituales!

Profeta

Un verdadero profeta es uno de los cinco oficios de los dones de Cristo. Cuando Jesús ascendió a su trono, impartió la tarea y la administración como vocero de Dios sobre la tierra (Efesios 4:7-12). El oficio del profeta no es un don del Espíritu Santo, sino un don a través de la ascensión de Cristo. La palabra hebrea es Nabi, derivada de Naba (pronunciada naw-baw). Un nabi le dice los mensajes de Dios a la humanidad, como hacen los profetas o profetizas. Además usa Chozeh/Hozeh, pero estos términos son particularmente para el profeta vidente.
“Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las naciones. Yo le respondí: ¡Ah, Señor mi Dios! ¡Soy muy joven, y no sé hablar! Pero el Señor me dijo: No digas: Soy muy joven, porque vas a ir adondequiera que yo te envíe, y vas a decir todo lo que yo te ordene” (Jeremías 1:5-7).
En el Nuevo Testamento, la palabra original en griego es “prophayteuw”, predecir, anticipar, profetizar, alguien que habla por Dios.

Vidente

Un vidente es alguien que ve en la realidad del espíritu y profetiza lo que ve en el Reino de Dios sobre la tierra. El profeta Samuel, nuestro primer profeta mayor, fue también llamado vidente en los comienzos de su ministerio.
Más tarde, el término estándar para profeta, nabi, se usó para separarlo de sus funciones oficiales respecto de las características del profeta vidente clásico (hozeh/chozeh). (En el Antiguo Testamento, Gad, Iddo y Asaf fueron videntes).
Todos los videntes reales son profetas de Dios, pero no todos los profetas son videntes. Además, una persona como un intercesor o un salmista pueden ver en la realidad del Espíritu y esto no los establece como un vidente o un profeta. La gente que vive apasionadamente en la realidad del espíritu de Dios, a menudo se los menciona de una manera inapropiada como videntes y profetas, aún cuando pueden ver, oír y declarar lo que Dios les muestra.

El don de Profecía


También hay un don de profecía que viene del Espíritu Santo, en comparación con el oficio del profeta impartido con los “dones de la ascensión de Cristo” (Efesios 4:7-12). Uno de los dones del Espíritu Santo es el de profecía. El don del Espíritu Santo opera a nivel corporativo. Romanos 12:6 dice: “Tenemos dones diferentes, según la gracia que se nos ha dado. Si el don de alguien es el de profecía, que lo use en proporción con su fe”. Es interesante que de todos los dones del Espíritu Santo (como la sanidad, las lenguas, los milagros, etc.), este sea el único don que Dios nos exhorta a buscar o desear. Esto significa que es muy importante y Dios sinceramente quiere que toda su familia profetice.

Como Dios siempre está hablando, sería beneficioso aprender a utilizar apropiadamente los dones de Dios para comunicar su voluntad y sus caminos hacia los demás en nuestra esfera de influencia. Como Dios es amor, ¡qué mejor que profetizar los propósitos del Reino de Dios hacia su pueblo! Nuestra meta es llegar siempre al corazón de las personas para que cumplan la grandeza del plan de Dios para sus vidas. Cuando Dios usa un mensajero, ungido por el Espíritu Santo, para revelar su corazón sobre la vida de otro, esto lo libera de las garras del enemigo para funcionar en el nuevo plan de vida del Señor.

Obedeciendo y declarando

Al obedecer la “voz suave del Señor”, permitimos que el don del Espíritu Santo efectivamente añada una vida para la eternidad al Reino de Dios, en cualquier lugar, en cualquier momento y para cualquier persona. Puede suceder en un avión, en un centro comercial, en una cafetería o donde sea. Para mí esto es algo gracioso y sé que también lo será para usted. Siempre se nos permite hablarles el cumplimiento profético para edificación, exhortación y consolación (1 Corintios 14:3) a los que el Señor establece a nuestro alrededor. No se quede con los errores y continúe buscando lo bueno, entrenándose para fluir en esta aventura profética. Todo significa conocer que Dios quiere que anhelemos el don de profecía para que podamos extender su Reino, una persona a la vez, para que “todos puedan profetizar”
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Profetice, profetice, profetice, ¡sólo hágalo!

Así como el estudio de los idiomas extranjeros en el campo misionero, si oímos esto una vez, lo habremos oído cientos de veces, ¡lo usamos o lo perdemos!
Esto es muy cierto con los dones proféticos de Dios. Entonces, debemos buscarlos y recibir el mejor entrenamiento posible, pero por sobre todas las cosas, ¡no espere ser perfecto para profetizarle vida eterna a una persona herida! Podemos ser los últimos en hablarle la palabra a esa persona.
La gente siempre quiere un ejemplo y esto es lo que significa obedecer el “toque del Espíritu Santo en nuestro corazón”. Esta es la verdadera historia, algo que sucede más de lo que parece:
“Una voz me dijo un día que no fuera hacia mi casa a ver el juego del Súper Bowl, sino hacia el hospital a profetizarle la vida de Dios a un hombre. Obedecí con renuencia, porque no conocía al hombre del hospital. Las enfermeras me ayudaron a encontrar la habitación del anciano que estaba a punto de morir, debilitado por una cirugía. Cuando me miró a los ojos, me pidió si le podía hablar sobre la vida eterna y orar con él. Respondió susurrando que sí.
Tomé su mano débil y oramos una oración muy breve que incluyó la confesión de fe para salvación. Las lágrimas rodaron por su rostro mientras era transformado por ese brillo que sólo Dios puede expresar desde un corazón transformado. Regresé a mi casa contento y pude ver el final del juego. Más tarde recibí un llamado comunicándome que la persona que visité en el hospital había fallecido”.
¿Importa oír a Dios y obedecer su mandato de profetizar? ¡Sí! Recibí un llamado telefónico del hijo de ese anciano, agradeciéndome que Dios enviara a alguien para hablarle a su padre. Ahora sabía que tenía vida eterna.

Tenemos mucho para ganar por estar bien equipados con el asombroso “juego de herramientas” de Dios. La idea es no preocuparnos por equivocarnos al estar frente a personas que necesitan desesperadamente la vida eterna. ¡Sólo hágalo!
Sí, profetice a Jesús en medio de las tinieblas y vea cómo se enciende la luz de su amor sobre sus vidas. Cuídese porque es muy contagioso y otros cambiarán por el bien de Dios. Mientras lo hace, será energizado para profetizar con regularidad. De hecho, nuestra meta es profetizarles el plan de Dios a todas las personas que podamos. ¡Por eso todos deben profetizar!
Siempre una voz para Dios, 

HAY UN RIO



Hay un rió que fluye desde mi interior...hay una fuente que limpia mi alma del pecado...¡ven a estas aguas! ...hay un rio que nunca se secará...

Alabanza y victoria /Watchman Nee 2


Hemos visto que nuestra alabanza representa un sacrificio, pero implica mucho más. Debemos ver que la alabanza es la manera de superar los ataques espirituales. Son muchos los que saben que Satanás teme a las oraciones que hacen los hijos de Dios; Satanás huye cuando los hijos de Dios doblan sus rodillas para orar. Por esta causa él los ataca con frecuencia para impedirles que oren. Si bien esto sucede con frecuencia, quisiéramos hacer notar otro hecho: los ataques más serios de Satanás no están orientados a detener las oraciones; sus ataques más feroces están dirigidos a impedir las alabanzas.


No queremos decir que Satanás no se esfuerce por impedir las oraciones, pues sabemos que en cuanto un cristiano comienza a orar, es atacado por Satanás. A muchos nos resulta fácil entablar una conversación con otras personas pero, en cuanto comenzamos a orar, Satanás interviene ocasionando impedimentos a la oración. Él es quien nos hace sentir que es difícil orar. Si bien esto es cierto, Satanás no solamente procura impedir las oraciones de los hijos de Dios, sino también sus alabanzas. Su meta suprema consiste en impedir que Dios sea alabado.

La oración es una batalla, pero la alabanza es una victoria. La oración representa guerra espiritual, pero la alabanza constituye victoria espiritual. Siempre que alabamos, Satanás huye; por eso, él detesta nuestras alabanzas. Él hará uso de todos sus recursos a fin de impedir que alabemos a Dios. Los hijos de Dios son insensatos si cesan de alabar a Dios cuando enfrentan adversidades y se sienten oprimidos. Pero a medida que conocen mejor a Dios, descubrirán que aún una celda en Filipos puede ser un lugar para entonar cánticos (Hch. 16:25). Pablo y Silas alababan a Dios desde su celda. Sus alabanzas causaron que se abrieran todas las puertas de la cárcel en la cual se encontraban.

Hechos menciona dos instancias en que las puertas de la cárcel fueron abiertas. En una ocasión fueron abiertas a Pedro, y en otra, a Pablo. En el caso de Pedro, la iglesia oraba fervientemente por él cuando un ángel le abrió las puertas de la prisión en que estaba y lo liberó (12:3-12). En el caso de Pablo, él y Silas estaban cantando himnos de alabanza a Dios cuando todas las puertas se abrieron y las cadenas fueron rotas. En ese día, el carcelero creyó en el Señor, y toda su casa fue salva en medio de gran júbilo (16:19-34). Pablo y Silas ofrecieron sacrificio de alabanza cuando estaban en la cárcel. Sus heridas aún no habían sido curadas, su dolor no había sido mitigado, sus pies seguían sujetos al cepo y estaban confinados a un calabozo del Imperio Romano. ¿Qué motivo había para sentirse gozosos? ¿Qué razón había para sentirse inspirados a cantar? Sin embargo, en ese calabozo se encontraban dos personas de espíritus transcendentes, que lo habían superado todo. Ellos entendían que Dios aún estaba sentado en los cielos y permanecía inmutable. Si bien era posible que ellos mismos cambiaran, que su entorno mudara, que sus sentimientos fluctuaran y que sus cuerpos sintieran dolor, aun así, Dios permanecía sentado en el trono. Él seguía siendo digno de recibir alabanza. Nuestros hermanos, Pablo y Silas, estaban orando, cantando y alabando a Dios. Esta clase de alabanza, que se produce como resultado del dolor y la aflicción, constituye un sacrificio de alabanza. Tal alabanza constituye una victoria.

Al orar, todavía estamos inmersos en nuestra situación. Pero al alabar, nos remontamos por encima de nuestras circunstancias. Mientras uno ora y ruega, todavía sigue atado a sus problemas; no logra librarse de ellos. Inclusive, cuanto más súplicas elevamos, más maniatados y oprimidos nos sentimos. Pero si Dios nos lleva a remontarnos por encima de la cárcel, las cadenas, las dolorosas heridas del cuerpo, los sufrimientos y la pena, entonces, ofreceremos alabanzas a Su nombre. Pablo y Silas estaban entonando himnos; ellos cantaban alabanzas a Dios. Dios los llevó a un punto en que la cárcel, la pena y el dolor dejaron de ser un problema para ellos. Así que, ellos podían alabar a Dios. Al alabarle así, las puertas de la prisión se abrieron, las cadenas se soltaron y aun el carcelero fue salvo.

En muchas ocasiones, la alabanza es eficaz cuando la oración no ha dado resultado. Éste es un principio fundamental. Si usted no puede orar, ¿por qué no alabar? Después de todo, el Señor ha puesto en nuestras manos este otro recurso a fin de darnos la victoria y permitir que nos gloriemos triunfalmente. Cuando le falten fuerzas para orar y su espíritu se sienta muy oprimido, lastimado o decaído, alabe a Dios. Si no puede orar, trate de alabar. Siempre pensamos que se debe orar cuando la carga es abrumadora, y que debemos alabar cuando ella ha sido quitada de nuestros hombros. Sin embargo, le ruego tome en cuenta que a veces la carga es tan pesada que uno es incapaz de orar. Es en ese momento en que usted debe alabar. No es que alabemos a Dios porque no tengamos ninguna carga sobre nuestros hombros; más bien, le alabamos debido a que las cargas nos abruman sobremanera. Si se enfrenta a situaciones y problemas extraordinarios, se encuentra perplejo y siente que se desmorona, tan solo recuerde una cosa: “¿Por qué no alabar?”. He aquí una brillante oportunidad: si ofrece una alabanza en ese momento, el Espíritu de Dios habrá de operar en usted, abrirá todas las puertas y romperá todas las cadenas.


Debemos aprender a cultivar este espíritu elevado, un espíritu que vence cualquier ataque. Puede ser que la oración no siempre nos conduzca al trono, pero con seguridad la alabanza nos llevará ante el trono en todo momento. Es posible que por medio de la oración no siempre logremos vencer, pero la alabanza nunca falla.

dificultades, sino, aun más, cuando se vean en tales problemas y aflicciones. Cuando alguien que se encuentra en tales situaciones yergue su cabeza para decir: “Señor, te alabo”, puede que sus ojos estén llenos de lagrimas, pero su boca rebosará de alabanzas. Es posible que su corazón esté angustiado; no obstante, su espíritu seguirá alabando. Su espíritu se remontará tan alto como se eleve su alabanza; él mismo ascenderá junto con sus alabanzas. Aquellos que murmuran son insensatos. Cuanto más murmuran, más quedan sepultados bajo sus propias murmuraciones. Mientras más se quejan, más se hunden en sus propias lamentaciones. Cuanto más se dejan vencer por sus problemas, más desalentados se encuentran. Muchos parecen ser un poco más osados y oran cuando se ven en problemas. Se esfuerzan y luchan por superar sus problemas. A pesar de sentirse agobiados por sus circunstancias y aflicciones, no están dispuestos a ser sepultados por ellas y tratan de escapar por medio de la oración; y con frecuencia logran su liberación. Pero también sucede que a veces sus oraciones no hacen ningún efecto. Nada parece ser capaz de libertarlos, hasta que empiezan a alabar. Deben elevar en calidad de ofrenda el sacrificio de alabanza. Es decir, deben considerar la alabanza como un sacrificio que se eleva a Dios. Si se colocan en una posición tan ventajosa como esa, de inmediato superarán cualquier dificultad y no habrá problema que pueda abrumarlos. A veces, usted sentirá que algo lo oprime; sin embargo, tan pronto empiece a alabar, saldrá de su depresión.
Debemos aprender a vencer a Satanás por medio de nuestras alabanzas. 


No sólo vencemos a Satanás por medio de la oración, sino también por medio de la alabanza. Muchas personas han tomado conciencia tanto de la ferocidad de Satanás como de sus propias flaquezas, de modo que resuelven luchar y orar. No obstante, aquí nos encontramos con un principio muy singular, a saber: la victoria espiritual no la determina la oración, sino la alabanza.


Con frecuencia, los hijos de Dios caen en la tentación de llegar a pensar que sus problemas son muy complicados y que, por tanto, deben encontrar la manera de resolverlos. Así pues, concentran todos sus esfuerzos en buscar la manera de superar tales problemas. Sin embargo, cuanto más se empeñan en tal búsqueda, les resulta más difícil vencer. Al hacer esto, nos rebajamos al nivel de Satanás. En tales casos, ambos intervienen en la batalla; desde un extremo lucha Satanás, y nosotros nos encontramos en el extremo opuesto. Es difícil lograr alguna victoria si estamos en tal posición.


Son muchos los hijos de Dios que padecen tribulaciones; ellos son probados con frecuencia. Cuando tales tribulaciones llegan a ser muy severas y el combate arrecia, tales cristianos se encuentran en una posición parecida a la de Josafat, pues no se vislumbra solución alguna para sus problemas. Una de las fuerzas combatientes es muy potente, y la otra demasiado endeble; no existe comparación entre ambas. Están atrapados en un torbellino, pues sus problemas son tan serios que superan todas sus capacidades. En esos momentos, es muy fácil que ellos se concentren en sus problemas y fijen su mirada en sus propias dificultades. Cuanto más tribulaciones padece una persona, más probabilidades tiene de dejarse agobiar por sus problemas, lo cual se convierte en un período de prueba muy intenso. Tal persona es sometida a la prueba más severa cuando se fija en ella misma o en sus circunstancias; cuanto más pruebas una persona padece, más propensa es a mirarse a sí misma o sus circunstancias. En cambio, aquellos que conocen a Dios experimentan que, cuanto más pruebas padecen, más confían en Dios. Cuanto más pruebas estas personas padecen, más aprenden a alabar. Así que, no debemos mirarnos a nosotros mismos, sino que debemos aprender a fijar nuestros ojos en el Señor. Debemos erguir nuestras cabezas y decirle al Señor: “¡Tú estás por sobre todas las cosas; alabado seas!”. Las alabanzas más entusiastas, que provienen del corazón y que fluyen de aquellos cuyos sentimientos han sido heridos, constituyen los sacrificios de alabanza agradables y aceptables para Dios. Una vez que nuestro sacrificio de alabanza asciende a Dios, el enemigo, Satanás, es vencido por medio de la alabanza. El sacrificio de alabanza tiene mucha eficacia delante de Dios. Permita que sus alabanzas más sublimes broten para Dios, y con toda certeza será capaz de resistir y vencer al enemigo. Al alabar, ¡encontrará que el camino a la victoria se abre delante de usted!

Los nuevos creyentes no debieran pensar que necesitan muchos años para aprender a alabar.
 Al contrario, debieran saber que pueden empezar a alabar inmediatamente. Cada vez que enfrenten algún problema, deben orar pidiendo la misericordia necesaria para detener sus propias manipulaciones y complots, así como deben aprender la lección en cuanto a la alabanza. Se pueden ganar muchas batallas por medio de la alabanza, y muchas se pierden debido a que nuestras alabanzas están ausentes. Si uno cree en Dios, al enfrentar sus problemas podrá decirle: “¡Yo alabo Tu nombre. Tú estás por encima de todas las cosas. Tú eres más fuerte que todo. Tu benignidad es para siempre!”. Una persona que alaba a Dios supera todas las cosas, vence constantemente en todo orden de cosas por medio de su alabanza. Éste es un principio y constituye, además, un hecho.


“Liberándote de la mano que te OPRIME”


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Por Luke Holter

Los últimos meses estudié la creación y el poder creativo de Dios como en relación a toda la creación. Sentí como si el Señor me estuviera dando una revelación sobre un área que sacudió por completo mi manera de interactuar con Dios y con la gente.
Estudié la historia de Sansón y aprendí que la palabra hebrea para la “fuerza de Sansón”, es la misma palabra para Espíritu Santo. La palabra hebrea que describe la fuerza de Sansón es Ruajy significa literalmente viento espíritu de Dios. En Jueces 14:19, podemos ver que el “Espíritu” (o el Ruaj) del Señor, tomó control de Sansón y fue hacia Ascalón y mató a treinta de sus hombres.

Hablé con muchos santos que estuvieron peleando contra el espíritu de depresión que los llevó hasta el final. La gente literalmente sintió como si la depresión estranguló el color y la belleza en sus vidas y sus congregaciones. Yo mismo tuve que pelear contra esta atadura cerrada y hermética. Finalmente el Señor me ayudó a vencer y ahora sé que quiere ayudarlo a usted también.

Cuando meditaba en oración, conversando con el Espíritu Santo, me habló y me dijo: “¡Tienes la habilidad para pedir que te dé fuerzas para vencer! Me necesitas para ayudarte a resistir al pecado, perseguir la santidad, adorar a Dios o aún amarlo a Él. ¡Soy el Espíritu de adopción! Tengo la habilidad por medio del acto de salvación para activarte como hijo de Dios. Activo las promesas de Dios en tu vida”.

Aunque pueda sonar simple, esta realidad penetró mi corazón. Me di cuenta que el Espíritu Santo activa las promesas de Dios. Esto significa que cada promesa que Dios nos entrega en la Palabra, es accesible para nosotros por medio del Espíritu Santo. La Palabra penetra el terreno de nuestro cuerpo, mente y alma, pero el Espíritu Santo hace llover sobre esa semilla, haciéndola brotar.

El Señor me dijo: “¡Hay demasiada vida dentro de ti esperando el momento para brotar!”. Tenemos tesoros escondidos en vasos de barro y el Espíritu Santo puede exponer esos tesoros cuando los necesitemos. Así como Sansón necesitó fuerzas para vencer, nosotros necesitamos fuerzas para vencer. ¡Necesitamos que el Ruaj sea nuestra porción! Sentí que el Espíritu Santo dijo: “Puedes clamar a Mí para que te ayude”.

El viaje

El Espíritu me guió hacia el pasaje de Isaías 6, donde dice: “Santo, Santo, Santo es el Señor Dios Todopoderoso, toda la tierra está llena de su gloria”. El Espíritu Santo me llevó en un viaje donde me mostró toda la tierra llena de la gloria de Dios. Cada fibra y molécula estaba llena de la gloria de Dios. Me di cuenta que todos tenían la gloria de Dios escondida en sus cuerpos, mentes y almas. Cuando el Espíritu Santo sople sobre ella, la gloria de Dios podría literalmente brotar en algunos, guiándolos hacia la salvación.

Pude ver a todos los pecadores recibiendo revelación al mismo tiempo, mientras la gloria de Dios brotaba en ellos y los guiaba hacia la salvación. Luego el Espíritu Santo me llevó hacia un hospital y me encontraba en el consultorio del doctor, mientras diagnosticaba en la gente toda clase de enfermedades terminales. Comencé a caminar por ahí y a clamar para que se manifieste la gloria de Dios en cada uno. En ese momento comenzaron a sanarse.

Luego el Espíritu Santo me llevó en una visión hacia una escena de Hechos 5:12-16Por medio de los apóstoles ocurrían muchas señales y prodigios entre el pueblo; y todos los creyentes se reunían de común acuerdo en el Pórtico de Salomón. Nadie entre el pueblo se atrevía a juntarse con ellos, aunque los elogiaban. Y seguía aumentando el número de los que creían y aceptaban al Señor. Era tal la multitud de hombres y mujeres, que hasta sacaban a los enfermos a las plazas y los ponían en colchonetas y camillas para que, al pasar Pedro, por lo menos su sombra cayera sobre alguno de ellos. También de los pueblos vecinos a Jerusalén acudían multitudes que llevaban personas enfermas y atormentadas por espíritus malignos, y todas eran sanadas.

Había tanta fe que la sombra de Pedro sanaba a los enfermos y los quebrantados. Esto fue porque el cuerpo físico de Pedro y la gloria de Dios estaban ligados literalmente. Toda la tierra está llena de su gloria.Cuando edificamos una relación de intimidad con Jesús, caminamos en un nivel real de gloria y poder.

¿Nos sentimos desafiados a creer? Esta es la pregunta real que el Espíritu Santo nos hace. ¿Se siente desafiado a creer que es parte de la generación actual que caminará en la belleza, el poder y el amor de Jesús sobre la tierra? Toda la creación espera con gran expectación la revelación de los hijos de Dios. ¿Permitiremos que la verdad penetre nuestros corazones? ¿Seremos revelados? ¿Permitiremos que el Espíritu Santo sea nuestra porción y nos lleve de fortaleza en fortaleza?



Luke Holter

PREDICAS DE APÓSTOLES Y PROFETAS

Profeta B. Hammon

Cinco Maneras por Medio de las Cuales Recibimos el Ministerio Profético:
adicionalmente a las escrituras, la palabra profética de Dios usualmente viene a nosotros en una de cinco maneras:
      1. El Oficio de Profeta: el ministerio de profeta no es un don de Espíritu Santo, sino el don de una extensión de Cristo mismo como el profeta.
  1. El quíntuple ministerio de la Iglesia (apóstol, profeta, evangelista, pastor, maestro) no es una donación externa como un regalo de cumpleaños. Mas bien es una investidura del manto de Cristo para tener los ministerios de Jesús es una concesión de la propia naturaleza, sabiduría y poder de Cristo para cada tipo particular de función - ya sea apóstol, profeta, pastor, maestro o evangelista.
  2. Todos los cinco ministerios cuando se mueren en plena madurez, representan el ministerio total de Cristo a la Iglesia. Estos ministerios no son solo una extensión del ministerio del cuerpo, sino una extensión de la dirección de Dios a Su Cuerpo, la Iglesia.
  3. El oficio de profeta está diseñado y entregado para funcionar en una esfera más alta del ministerio que el don de profecía del Espíritu Santo. Este don de profecía opera dentro de los santos o dentro de un ministerio para la edificación, exhortación o consolación de la Iglesia (1 Co. 2:10; 14:3,4). Pero el oficio de profeta está autorizado y ungido para fluir en las áreas de consejo, instrucción, reprensión, juicio y revelación - cualquiera de estas maneras Cristo escoja hablar  para purificar y perfeccionar Su iglesia.
  4. Los profetas están ungidos especialmente para percibir lo próximo a suceder en la agenda de Dios para la restauración. Entonces ellos elevan sus voces como alerta, iluminar y exhortar a la Iglesia para conquistar la parte de la verdad que debe ser restaurada en este tiempo. De este modo los profetas son entonces los ojos de Cuerpo de Cristo, los trompetistas en el ejercicio del Señor que un claro sonido para revelar los deseos del Comandante en Jefe.
  5.  
      1. Predicación Profética. La predicación profética no es lo mismo que buscar simplemente la mente del Señor acerca de cuál sermón predicar el domingo por la mañana, o ser ungido para predicar un mensaje de la Biblia especialmente preparado. Es una esfera de acción totalmente diferente. La predicación profética de las verdades bíblicas es la directa voz de Dios  con la pura mente de Cristo, de tal manera que las palabras precisas del predicador y sus ilustraciones son exactamente lo que Dios quiere decir al pueblo que está presente en ese lugar y en ese momento. Aunque el ministro no anticipe previamente a sus declaraciones un “Así dice el Señor”, las palabras son tan inspiradas e ungidas como si un profeta fuera a hablar usando esta frase. La predicación profética es la “Palabra de Dios” (1 P. 4:11).
  6.  
      1. El presbiterio profético. Una tercera manera de recibir el ministerio profético es la imposición de manos junto a la profecía por medio de hombres y mujeres de Dios quienes reúnan los requisitos de un presbítero (1 Tim. 4:14; Heb 6:1-2; Hch. 13:1-3). El presbiterio sirve en varias funciones en este respecto a cada uno de ellos  se le exige un diferente conjunto de requisitos tanto a los presbíteros como a los candidatos. Esta práctica bíblica ministra revelación profética y confirmación a aquellos llamados al liderazgo del ministerio de la Iglesia; ordenación al quíntuple ministerio; confirmación y activación de ministros miembros en el Cuerpo de Cristo; y progreso en la madurez cristiana.
  7.  
      1. El Don de Profecía: la profecía es una de las nueva manifestaciones del Espíritu Santo (descritas en 1Cor. 12) y dadas, no sobre la base de la madurez cristiana, sino porque Cristo quiere bendecir a su Iglesia a través de ellos. Por lo tanto estos dones son recibidos y administrados por gracia y fe. (Ro. 12:6).
  8. La profecía es importante en la vida de la iglesia porque es el don de mayor edificación para una congregación. Los otros ocho son dones que actúan como un “rifle”, los cuales normalmente bendicen a una persona específica o talvez a unos cuantos; la profecía es un don similar a una “escopeta” la cual puede bendecir a cientos de personas al mismo tiempo. Esta es una razón del por qué el apóstol Pablo dijo a los Corintios que procurarán profetizar (1 Cor. 14:1,39).
  9.  
      1. El Espíritu de Profecía y el Canto Profético. El espíritu de profecía es el testimonio de Jesús (Ap. 19:10). Este no es un don o un oficio, sino una unción proveniente de Cristo dentro del creyente. Sucede en ocasiones de unción especial durante un servicio, o cuando los cristianos ejercitan su fe para ser una luz a través de la cual Cristo puede testificar. Los cánticos espirituales (Col. 13:16) son el espíritu de profecía expresando los pensamientos y deseos de Cristo en canción.
         Colocando la Profecía Personal en Perspectiva. ¿Es escritural para un cristiano individual ir a un profeta y esperar recibir una palabra profética específica de dirección, instrucción o confirmación? La respuesta es sí. La Biblia provee numerosos ejemplos de gente, especialmente aquellos en posiciones de liderazgo yendo al profeta y preguntando  por un “así dice el Señor” acerca de una situación en particular. (Por ejemplo, el capítulo 7 del volumen 1 de esta serie).
         Dios aprueba esta práctica en la medida en que no permitamos que la profecía personal venga a ser un sustituto de nuestra propia búsqueda de Dios a través de la oración, el ayuno y la búsqueda de las Escrituras. El profeta y la profecía personal no deben tomar el lugar de la voz interior del Espíritu Santo. Al mismo tiempo ya he descubierto que Dios no responderá preguntas proféticamente las cuales pueden resolverse buscando diligentemente la Escritura, ni Cristo dentro del profeta responderá positivamente cuando se hacen requerimientos no sinceros o se preguntan cosas tontas.
         Usted no debe ir a un profeta hasta que estés seguro que el Señor tiene el primer lugar en su vida. Debe buscarlo primeramente por usted mismo. Entonces usted estará espiritualmente preparado para responder adecuadamente y más probablemente para escuchar una confirmación de lo que ya ha nacido en su espíritu.

         Descubriendo la Palabra, la Voluntad y El Camino de Dios. Aunque la profecía personal puede jugar un importante papel ayudando a los cristianos a tomar decisiones, no es la única manera que usa el Espíritu Santo para revelar la voluntad y el camino de Dios. Probablemente el noventa por ciento de mis decisiones, mayores y menores, han sido hechos sin que la profecía personal sea el factor dominante o motivador. Pero si me he esforzado en hacer el cien por ciento de todas mis decisiones basadas en la Palabra, la voluntad y el camino de Dios.
         El método más exacto para asegurarse que usted haga todo en armonía con el cielo es seguir estas “tres letras” para tomar decisiones.
Determine la Palabra de Dios sobre un asunto, su voluntad específica acerca de ella, y Su camino para cumplirla. Estas son como las tres luces de un semáforo que deben estar todas en “verde” antes que procedamos a seguir nuestro camino.

         La Palabra de Dios. Para poder determinar si la Palabra da o no “luz verde”, exponga cada pensamiento, impresión y sugestión, que llegue a usted de cualquier fuente - no importando cuan espiritual o religiosa pueda poner - a la Biblia entera. Para evitar el engaño, mantenga el amor por la verdad tal como es, no como egoístamente usted quiere que sea interpretada (ver Zac. 8:19).
         Los pensamientos y deseos no deben convertirse en peticiones de oración hasta que reciban “luz verde” desde la Palabra. Si su pensamiento o su deseo es no escritural, impropio, ilegal o inmoral de acuerdo a los principios divinos, entonces está perdiendo el tiempo pidiendo a Dios que lo deje hacerlo.

         La Voluntad de Dios.  Así como Dios tiene una voluntad general para toda la humanidad, Él tiene una voluntad específica para los individuos. La Biblia da el criterio general para hacer muchas decisiones en los negocios, viajes, misterio, y uso de nuestras finanzas, pero no da muchos datos específicos.
         ¿Así que de que manera llegamos a conocer la voluntad de específica de Dios para nuestras vidas? Las Escrituras dan ejemplos de las muchas maneras en las cuales el puede guiarnos específicamente: deseos divinamente dirigidos, un rhema o una iluminación de un texto escritural particular; el profeta y la profecía personal; los dones del Espíritu Santo; el fruto del Espíritu Santo, el testimonio, habilitación restricción del el Espíritu Santo; consejo  sabio; y confirmación de otros “testigos”.

         El Camino de Dios. El camino de Dios incluye su tiempo, sus métodos y los medios necesarios para hacerlo; el ¿quién, qué, cuándo, dónde y cómo (pero no necesariamente el por qué?); el consejo continuado y el control de las circunstancias por Dios; y la paciencia para seguir adelante hasta que Su plan ha sido logrado.
A menudo la Palabra de Dios y su voluntad son más fáciles de determinar que su camino. La Palabra puede determinarse examinando un libro, la voluntad por medio de principios personales internos y confirmación de otros. Pero el camino es un proceso de tiempo que debe ser caminado día tras día, porque todos los detalles de él son raras veces revelados con anticipación.

         Terminología profética. Entre más conocemos a Dios y más íntimamente nos relacionamos con Él, más somos capaces de entender sus palabras y responder así de una manera apropiada. Entender las Palabras de Dios para nosotros no es tan fácil como al principio parece. Las Escrituras nos dicen que él piensa y se expresa a sí mismo de acuerdo a una perspectiva que es mucho más diferente de la nuestra. Así que debemos entender la terminología de Dios.
         Nosotros creemos que el Espíritu Santo inspiró y dirigió la escritura de la Biblia desde la mente de Dios. Así que no nos extrañemos que la Biblia revele a nosotros algo del pensamiento de dios. Nos muestra como Él habla y los términos humanos que Él usa para expresarse. En particular, podemos ver los libros de los profetas para encontrar la terminología de Dios, donde hay muchas citas precedidas de un “Así dice El Señor”.

         Profecías Aparentemente Inexactas. Cuando tratamos con profecías inexactas, es extremadamente importante justificar la inexactitud de una palabra profética antes de emitir un juicio de que esta es equivocada. Muchas profecías parecen ser inexactas cuando son dadas, pero prueban ser verdaderas desde la perspectiva que se obtiene cuando transcurran suficiente tiempo y experiencias.
Varios ejemplos bíblicos ilustran esta realidad.
         Posiblemente el caso mas claro de este tipo de profecía en el Nuevo Testamento es la profecía de Jesús con respecto a Lázaro (Juan 11:4), quien murió de una enfermedad. (Recuerde - la definición de profecía es “Dios hablando” así que esta definición también califica aquí). Jesús dijo a sus discípulos: “esta enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para que el Hijo de dios sea glorificado por ella”. La Nueva Versión Internacional lo traduce más correctamente: “esta enfermedad no terminará en muerte”. (v. 14).
         Imagine lo que los discípulos pensaron cuando ellos descubrieron que Lázaro estaba muerto. Ellos podrían haber fácilmente acusado a Jesús de haber dado una profecía inexacta, insistiendo: “Tú dijiste que la enfermedad no terminaría en muerte, pero Lázaro de hecho ha muerto”. Solamente algunos días más tarde, cuando fueron testigos de la resurrección de Lázaro, estaban ellos en la posición de juzgar si el pronunciamiento profético de Jesús había sido exacto verdaderamente.

         Algunas Veces Nosotros Debemos Esperar Para Entender. Esta ilustración debe enseñarnos que no siempre entendemos inmediatamente el verdadero significado de un término en particular dentro de un pronunciamiento profético dado. Aunque podemos aprender a interpretar la terminología profética común (para leer más sobre este tópico vea el capítulo 11 del primer volumen de esta serie, Profetas y Profecía Personal) Dios puede usar una palabra o frase con otra intención de la que podríamos normalmente esperar. Así que a menudo tenemos que esperar y dejar que el tiempo y la experiencia aprueben o desaprueben una palabra.
         En este caso, por ejemplo, la afirmación de Jesús de que la enfermedad no “terminaría en muerte” no significaba del todo que Lázaro no moriría.
Los discípulos solamente asumieron  que ese era significado  porque hasta ese momento su experiencia no había normalmente incluido la resurrección de un hombre. Una vez que ellos tuvieron suficiente experiencia, ellos pudieron juzgar la exactitud de la palabra.
         Yo he podido escuchar profecías similares acerca de las finanzas, matrimonios, embarazos y  sanidades que superficialmente sonaban decir que todo funcionaría bien. Sin embargo a medida que se desarrolló, la bancarrota, el divorcio, aborto o un empeoramiento de los síntomas físicos tuvieron lugar antes de que todo finalmente sucediera bien.

         La Palabra de Isaías a Ezequías: Un segundo ejemplo bíblico de este tipo viene del Antiguo Testamento. Cuando el rey Ezequías de Judá cayó seriamente enfermo, palabra del Señor vino al profeta Isaías de que él debería decirle al rey: “morirás y no vivirás” (Is. 38:1). Pero después de que Ezequías rogó a dios para que extendiera su vida, el Señor envió a Isaías a él a decirle, “He aquí que yo te añado a tus días quince años”. (v. 5). Esta segunda palabra fue enfática, acompañada por la milagrosa señal de que el sol volvió  diez grados atrás en su trayectoria.
         Ahora imagínese a sí mismo en el lugar de aquellos que pueden haber escuchado la primera profecía pero que no estuvieron alrededor para escuchar la segunda. Cuando Ezequías hacia sobrevivir otros quince años, usted probablemente hubiera juzgado la primera profecía al rey como inexacta. Solamente si usted tuviera la experiencia adicional de estar presente para la segunda palabra profética hubiera usted estado en una posición para juzgar la primera palabra justamente.
         Una profecía dada en circunstancias como esta, si se da en un lugar público o se comparte extensamente “a través del viñedo” puede ocasionar a muchos tropezar si ellos asumen que poseen todo el conocimiento que se requiere para hacer un juicio justo sobre su exactitud. Muchas veces la corrección de una palabra profética puede solamente ser determinada por aquellos que conocen bien la situación y lo que sucedió en los días que siguieron.

      
   La Palabra Condicional de Juicio de Jonás: Una experiencia similar nos llega del pronunciamiento del juicio de Jonás sobre la ciudad de Nínive. La Palabra era verdaderamente de Dios, y no contenía condiciones. No dijo “Si te arrepientes, no serás destruida”. Pero cuando Nínive se arrepintió y buscó la misericordia de Dios, Dios detuvo el juicio de la ciudad, ocasionando que Jonás se preocupara de su reputación. Y no nos maravillemos de que se preocupó - para muchos observadores, debió parecer que Jonás había profetizado de manera inexacta.
         La verdad del asunto, sin embargo, fue que la profecía fue realmente verdadera que sin embargo no llegó a suceder debido a las condiciones no expresadas que se levantaron de parte de la misericordia de Dios. Solamente aquellos que conocieron la historia completa podrían juzgar la Palabra correctamente.
         Nosotros debemos ser cuidadosos ahora de no juzgar una Palabra como no venida de dios simplemente porque una predicación incondicional nunca se dio. La respuesta humana a una palabra puede confirmarla o cancelarla aun cuando no se dan condiciones explícitas.
         Un Ejemplo Reciente. Uno de los miembros de nuestro equipo profetizó una vez a una mujer acerca de unos ahorros de dinero que tenía, diciéndole que dios le daría a ella sabiduría sobre como invertirlos. El pastor de la mujer pensó que la Palabra estaba equivocada. Ellas conocía bien sus circunstancias financieras, y ella vivía del pago que recibía.
         Sin embargo, cuando ella le consultó acerca del asunto después que la profecía fue dada, él descubrió que no conocía todos los hechos necesarios para hacer el juicio. En realidad, ella había recibido una cantidad inesperada que fue muy sustancial. La palabra se aplicó a su situación perfectamente.
         Muchas profecías son dadas en situaciones similares. Así que nosotros no debemos ser demasiado rápidos al juzgar una palabra como inexacta por la información que poseemos. El tiempo y la experiencia pueden probar que nosotros estamos equivocados y que la profecía es correcta.

         Profecías Aparentemente Inexactas. Aún en el Antiguo Testamento, con sus estrictos estándares para la exactitud profética, encontramos que un profeta de estatura nacional dio una vez dirección equivocada a un rey - pero sin ser acusado de falso profeta o apedreado por su error.
Esta situación se dio cuando el rey David le leyó al profeta de su corte, Natán, que él quería construir un templo para el arca del pacto (1 Crónicas 17:1-4).
         Natán replicó: “Haz todo lo que está en tu corazón, porque Dios está contigo”. Sin embargo esa misma noche, la palabra de Dios vino al profeta, corrigiéndolo y mandándolo a ir a decir a David “Así dice el Señor, Tú no me edificarás casa en que habite”.
         
Una palabra presuntuosa. Cierto es que, la primera palabra que Natán dio al rey no fue precedida por la frase “así dijo el Señor”. Aún así, el profeta sin embargo atribuyó la directriz a Dios, y el texto bíblico parece enfatizar que el rey estaba hablando a Natán el profeta.
Cuando Natán le habló a David, el habló autoritativamente desde su posición como rey. Así que podemos llamar a esto una palabra presuntuosa dada del propio espíritu de Natán más bien que del Espíritu Santo.
         La segunda palabra a David claramente contradijo le primera, mostrando que la primera palabra estaba equivocada y debía por lo tanto ser rechazada. Pero la Biblia no hace mención que Natán se disculpara o reconociera a David y al liderazgo de Israel que su palabra inicial era un error.
Evidentemente, tal respuesta no era necesaria, según la Biblia nos lo dice, el incidente no dañó la reputación de Natán como profeta de Dios.
         Que este fue el caso se hizo evidente más tarde cuando Natán confrontó a David con sus pecados de adulterio y asesinato por su lujuria por Betsabé (ver 2 Sam. 11). Debido a que Natán se “equivocó” una vez anteriormente, David, pudo haber estado defensivo y crítico del ministerio profético de Natán, recordándole su error anterior como una excusa para rechazar la reprimenda de Natán. Pero David en lugar de eso recibió rápidamente la corrección de Natán, indicando que su autoridad profética no había sido disminuida por su error anterior. David reconoció  que Natán todavía estaba siendo enviado a él por Dios con autoridad divina y aprobación, y el profeta ministró corrección al rey como la boca de Dios.

         Los discípulos en Tiro Profetizan a Pablo. Cuando Pablo regresó a Jerusalén desde Asia en su último  viaje misionero, el se detuvo en Tiro para visitar a los creyentes allí. La Escritura nos dice que estos discípulos “decían a Pablo por el Espíritu, que no subiese a Jerusalén” (Hch. 21:4).
         El propósito principal de este viaje fue tomar una ofrenda para la Iglesia de Jerusalén de los creyentes en otras ciudades (Hch 24:17; Ro. 15:27). Pablo seguramente pudo haber enviado este dinero por otras manos,  particularmente después de haber sido advertido repetidamente  de los peligros que le esperaban en Jerusalén. Pero a los ojos de Pablo esta era una ofrenda especial con un destino especial, viniendo de creyentes predominantemente gentiles a quien Pablo había ministrado.
         Esta particular ofrenda mostró a los líderes de una manera tangible la gratitud de los creyentes gentiles hacia aquellos en medio de los cuales el evangelio se había originado. Pablo no solamente estaba llevando asistencia financiera; él estaba declarando unidad en medio de un mutuo y continuo mal entendido entre los creyentes judíos y gentiles que plagó a la iglesia primitiva. Así que su disposición de llevar la ofrenda personalmente fue una señal de auto sacrificio de verdadera paternidad espiritual en el Cuerpo de Cristo.
         Con este santo objetivo en mente, nosotros vemos que Pablo se convenció de que su decisión de ir a Jerusalén era del Espíritu Santo.
         El previamente había establecido acerca de esta misión de que iba “ligado en espíritu... A Jerusalén” (Hch. 20:22). Así que ¿por qué los discípulos en tiro dicen “a través del Espíritu” que él no debía ir? (las ramificaciones de este dilema en particular se discuten en más detalle bajo la pregunta No. 7).

         
Aplicación Humana Añadida a Revelación Divina. Personalmente, yo creo que estos cristianos habían verdaderamente recibido una revelación de Dios, a través del Espíritu, que Pablo sufriría si viajaba a Jerusalén. Esto fue muy exacto. Mi experiencia personal y el conocimiento de cómo se recibe revelación fuera de Dios y cómo se expresa a través de por vasos humanos imperfectos me hace saber que ellos pudieron haber dado su propia aplicación e interpretación de lo que Dios les había revelado. En lugar de simplemente decir que le esperaba peligro a Pablo en Jerusalén ellos le dijeron que no debería ir. Así su comprensible deseo de protegerlo resultó en una aplicación generada en su propio corazón, más que generada en el Espíritu Santo de lo que el Espíritu estaba buscando expresar por medio de ellos.
         La Biblia no registra condenación alguna de estos cristianos en Tiro por su aparentemente inadecuada interpretación. Pablo no envió una carta a sus ministros colegas previniéndoles de tener cuidado de cualquier profecía que viniera de los discípulos en Tiro.
Tampoco la Iglesia en Tiro envió un reporte sobre Pablo diciendo que él estaba haciendo su propia voluntad y en rebelión contra la revelación profética de Dios. Estas personas que profetizaron no murieron apedreados o acusados de falsos profetas. Más bien basados en la evaluación de su palabra por parte de Pablo como lo evidencia su respuesta a él - habían errado al dar una profecía personal.

         
La Profecía de Agabo a Pablo: Algunos días después que Pablo recibió la profecía en Tiro, el recibió otra palabra en su camino a Jerusalén por parte del profeta Agabo, a quien encontró en Cesarea. Este profeta del Nuevo Testamento tomó el cinto de Pablo, ató sus propias manos y pies con él, y dijo: “Así atarán los judíos en Jerusalén al varón de quien es este cinto” y le entregarán en manos de los gentiles” (Hch. 21:11).
         Dentro de esta profecía hay dos detalles particulares que parecen no haberse cumplido literalmente de acuerdo a la narrativa bíblica. El primero involucra la palabra “atar”, la cual en griego aquí significa atar, amarrar o estar atado, la segunda involucra la palabra griega que se traduce “entregar”, la cual significa rendirse o transmitir. Crítico al sentido de esta última palabra esta la idea de activa, conscientemente y voluntariamente pasar algo a alguien o alguna cosa a otra persona, se emplea así en todas las 119 veces que se usa en el Nuevo Testamento.
         Cuando leemos más tarde en Hechos lo que le pasó a Pablo en Jerusalén (vv. 17-46), encontramos que estos dos detalles son inexactos. Los judíos de hecho no ataron a Pablo y lo entregaron a los romanos. En lugar de eso, los romanos lo tomaron y lo ataron ellos mismos (v.  33), “rescatando” de ellos contra su voluntad, como el capitán romano también reportó después en una carta de gobernador (Hechos 23:27).
         ¿Fue exacta? Debemos notar que era el hábito de los escritores mencionar el cumplimiento específico de una profecía, como de hecho Lucas hizo cuando el mismo profeta Agabo, en otra ocasión, correctamente predijo la llegada de una hambruna (Hechos 11:28). Pero Lucas registra los eventos del arresto de Pablo en Jerusalén en Hechos 22 sin comentarlos.
         Si la palabra fue inexacta, ¿que acerca de la habilidad y obligación de los ancianos en Cesarea de juzgar la profecía? Entre los presentes se encontraba el evangelista Felipe, sus cuatro perceptivamente proféticas hijas, y vanos otros ancianos los cuales viajaban con Pablo (Hechos 20:4) ¿no deberíamos esperar que ellos hubiesen respondido si ellos discernieran que un profeta estaba hablando una palabra equivocada a su apóstol?
         La situación es adicionalmente confusa por el hecho de que Pablo más tarde reportó a los líderes judíos en Roma que el fue “entregado (la misma palabra griega) como prisionero desde Jerusalén en las manos de los romanos (Hechos 28:17). Si el uso profético de la palabra “entregado” fue inexacto, entonces ¿por qué el mismo Pablo describe el evento de esta manera?
         Talvez la mejor lección que podemos aprender de esta situación es que nosotros deberíamos evitar todo pequeño “Jot and Tittle” de una palabra profética para determinar su exactitud. Detalles tales como aquellos que fueron aparentemente inexactos en las profecías de Agabo pueden hacer poca diferencia en punto de vista total que dios está tratando de hacer ver. Así que no debemos ser rápidos al juzgar una profecía como inexacta simplemente sobre la base de puntos insignificantes.

         Humildad y Rendición de cuentas. Ya que todos los ministros proféticos son falibles y sujetos a cometer errores, nuestra mejor estrategia es cultivar un espíritu de humildad mientras ministramos que invite a la investigación y corrección.
Debemos mantener también relaciones de rendición de cuentas con un supervisor espiritual y con otros líderes en el cuerpo de Cristo.
         Todas las profecías personales en las conferencias de CI - NPM son grabadas. De esta manera la persona que profetiza puede mantenerse rindiendo cuentas por lo que dijo, y el pueblo que escucha la profecía puede mantenerse con “rendición de cuentas” de mal interpretarla, aplicarla mal o fallar de recordar correctamente lo que escucharon.
         Adicionalmente, dondequiera que miembros de CI - NPM ministran fuera de su propia Iglesia u organización, se les pide dejar hecha una evaluación del ministro presidente o el ministro anfitrión del lugar. Este formulario confidencial se envía directamente al obispo de la red para revisión.

Creemos que estos dos métodos contribuyen a tener un efectivo sistema de rendición de cuentas para tratar palabras inexactas.





         
Dando Seguimiento a Palabras Aparentemente Inexactas. El seguimiento adecuado a una palabra inexacta depende en gran medida del tiempo, el lugar y el contexto en que la palabra fue dada. Si se dio, por ejemplo, en una iglesia local, el seguimiento adecuado debe involucrarse a los ancianos no locales, al ministro profético y su supervisor espiritual, y a la persona que recibe la profecía.
         Si la audiencia que escuchó la palabra inexacta fue local más que a nivel nacional, no hay razón a que se le dé seguimiento nacional cuando se le dé seguimiento al incidente. Pero si la palabra fue publicada nacionalmente en medio impreso o en una transmisión hay necesidad de que exista un seguimiento público con la misma audiencia.