“EL DESEO DE SER RECOMPENSADO POR CADA SERVICIO”
Judas y Acan tenían un espíritu similar y el mismo problema de raíz. El pecado externo de
Judas fue la traición de su amigo cuando vendió a Jesús al enemigo. Pero la raíz del problema
fue la manera de pensar y la actitud que llevaron a Judas cometer ese acto. Yo
estoy bien familiarizado con el problema, porque en mis años como obispo de la
red de Ministros Proféticos de Christian International (CI-NPM), he tenido la
ocasión de aconsejar y tratar con algunos ministros tipo “Judas” con una
debilidad de carácter similar.
De esta manera Judas probablemente construyó en su propia
mente un argumento para sentirse justificado para hacer las acciones que hizo.
El comenzó a interpretar y a aplicar las promesas proféticas que Jesús había
hecho a los Doce de una manera diferente de la intención del Señor (como por
ejemplo las palabras de Cristo de que se sentarían en tronos con El, gobernando
a los doce tribus de Israel, Mt. 19:28.
A Judas le pareció que Jesús los había engañado y que no
cumpliría Su palabra dada a ellos. Así que él probablemente razonó, “durante
los tres años pasados podría al menos haber hecho una utilidad de treinta
piezas de plata. Me merezco algo por los años de sacrificio y servicio que le
he dado a Jesús”.
Los Pasos en el Engaño de Satanás. El primer paso que
Satanás da para desarrollar el espíritu de Judas en el pueblo es convencerlos
de que el liderazgo al que ellos han estado sirviendo, y al cual ellos han
estado relacionados y han respondido no están viviendo conforme a las promesas
que ellos les han hecho. Estas “promesas” pueden ser aún profecías personales
que ellos han recibido o profecías que ellos una vez escucharon dar al
liderazgo de la iglesia o al ministerio como un grupo. El pueblo que se
encuentra desalentado de esta manera hace normalmente una interpretación y una
aplicación privada (y equivocada) de las promesas del líder o de sus
declaraciones proféticas que los llevan a concluir que los líderes no han
cumplido con su palabra.
El tipo de pensamiento de Judas proporciona un sentido de
auto justificación al traicionar la amistad y venderla al enemigo por ganancia
personal. Esta acción consecuentemente conduce a aquellos que la toman a
sentirse juzgados por otros por lo que ellos han hecho. Así que su autoengaño
debe entonces ayudar a convencerlos que el liderazgo y los otros no son ni
comprensivos ni le dan beneficios.
Después vienen el orgullo y un exaltado sentido de auto -
importancia para convencerlos de hacer lo mismo que Lucifer hizo - retirarse y
encabezar su propio ministerio. Ello deja la comunidad y rehúsan a permitirle a
su supervisor tener entrada en sus vidas. Para entonces, el espíritu de auto -
engaño ya ha inventado una docena de argumentos del por qué ellos están “justificados”
en cada actitud y acción que realizan. “Todo camino del hombre es recto en su
propia opinión; pero Jehová pesa los corazones” (Pr. 21:2).
El espíritu de Judas comienza en forma de semilla con el
sentimiento de que debemos ser inmediatamente recompensados por cada servicio
prestado y recibir reconocimiento o una posición más alta por el tiempo y el
dinero empleado en participar y propagar el ministerio. Comienza con la actitud
que dice, “Dios me debe por servicios prestados. Yo merezco lo mejor. Yo
merezco más ofrendas y honor del que yo estoy recibiendo. Ellos deben
reconocerme y hacerme hablar más a menudo”. Aquí es donde comienza; pero si
nosotros no le permitimos a Dios y a los líderes sobre nosotros corregir esta
debilidad de carácter y ajustar esta actitud, nos ahorcaremos a nosotros mismos
ministerialmente de igual manera como, seguramente, Judas se colgó a sí mismo
de un árbol.
Sin Derechos de Auto - Promoción o Auto - Preservación. Los
profetas deben asumir la actitud ministerial del Espíritu de Cristo, la cual no
demanda el derecho de auto - promoción y auto - preservación. Jesús no demandó
que el Padre lo promoviera y le diera una buena reputación (Fil. 2:7). El puedo
llamar una hueste angelical para que le ayudara (Mt. 26:53), pero El abandonó
sus derechos y su vida por sus hermanos. El dejó que otros lo colgaran de un
árbol. Este aparente acto de auto - destrucción realmente lo llevó a su
preservación, porque el Padre lo levantó de los muertos y promovió Su
ministerio a la derecha del trono del cielo.
El fondo del asunto es este: El egoísmo es la raíz del
problema de noventa y nueve por ciento de todas las actitudes y acciones no
escriturales. El centrarse en sí mismo es lo que da poder a las tres fuentes de
todo pecado - los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria
de la vida (1° Juan 2:16). Todos los pecados externos vienen de una de estas
tres fuentes, y ellos reciben el derecho y el poder de funcionar en un
individuo a través de su vida egoísta y no sacrificada.
Pedro enfrentó circunstancias similares a las de Judas. El
dejó su negocio de pesca y su familia para seguir a Jesús. Cuando Jesús fue
arrestado, él también se desalentó, se desilusionó y se confundió aún al punto
de llegar a negar a su líder y Señor. Pero Pedro se arrepintió cuando se dio
cuenta que había hablado tonta e inmaduramente y había actuado equivocadamente
hacía Jesús. Como el hijo pródigo en la parábola de Jesús, se volvió de la
actitud que dice dame riqueza, fama y bienestar, y en su lugar tomó la actitud
que dice hazme un siervo de mi padre.
Todos nosotros hemos dicho o hecho o algún día diremos o
haremos cosas tontas bajo gran presión, miedo y confusión, especialmente cuando
- igual que los Doce - vemos todas nuestras esperanzas, sueños y ministerio
cayéndose a nuestro alrededor. Cuando eso sucede, ¿seguimos el ejemplo de Pedro
o el de Judas? Como Pedro debemos estar dispuestos a admitir nuestras malas
acciones y cambiar. Si llegamos a ser divinamente flexibles y ajustables, Dios
puede restaurarnos y llevar nuestro ministerio a ser más efectivo de lo que
nunca soñamos que podría ser posible.
Bill Hamon
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