BEBER O NO BEBER ALCOHOL
Por David Wilkersón (Archivo)
Esta nación rápidamente se esta convirtiendo en una sociedad
empapada por muchos ciudadanos intoxicados. Ahora mismo, el alcohol es el
becerro dorado moderno, y millones de personas, jóvenes y viejos, hombres ,
mujeres han sido seducidos por esto.
El abstemio, los prohibicionistas y todos aquellos que por
años han peleado contra esta inundación de bebidas han sido burlados hasta que
dejaron de existir. Nos reímos para escarnecer a las pequeñas damas anticuadas
que salían a quebrar los barriles de whisky y cerraban barras y lugares
parecidos, y hacían votos de abstinencia
Nosotros los liberados modernos, hemos convertido la bebida
en algo popular. Ahora se considera sofisticado, urbano, y en onda beber
socialmente. Trate de decirle “No” a la azafata del avión que te empuja la
bebida desde que abordas hasta que desbordas del avión. “¿Qué quieres decir, no
bebidas?” Ella te mira como si fueras algún loco por rechazar una bebida
gratis.
En la actualidad, la
gente se ofende cuando rechazas una oferta de bebida complementaria. Ellos
tratan de hacerte sentir impropio porque no te unes a ellos, o que estas
poniendo una actitud “mas santa que los demás.”
“No estés con los bebedores de vino,…” (Prov. 23:20).
Para mí, la verdadera tragedia es que muchos que se llaman
“Cristianos” ahora están bebiendo. Yo les llamo “santos que sorben,” porque así
es como todo comienza – un sorbo a la vez.
Existe un nivel alarmante de alcoholismo y bebidas fuertes
en círculos cristianos en Europa. ¡Ellos se emborrachan! ¡Ellos no son
moderados! Ningunas de sus excusas sirven. Y que falsedad en los cristianos
Americanos que beben “solo en Europa.” ¡Ellos no tocan una gota aquí en los
Estados, pero ellos creen que es “gracioso” unirse con los hermanos allí y
sorber unos cuantos!
Justo hoy, una de mis estudiantes, una alcohólica
convertida, me contó como ella se volvió una borracha. Sus padres la enseñaron
a beber moderadamente. En fiestas, cumpleaños y cuando llegaba visita, todos
participaban de una bebida social. La servían con la comida. Ella admiraba y
amaba a sus padres. Ellos despreciaban la borrachera, sin embargo, tenían un
bar en la casa.
Una encuesta reciente reveló que el 81% de todos los
Católicos ahora beben y un 64% de todos los Protestantes. Estas sorprendentes
cifras siguen aumentando cada mes. La actitud permisiva hacia la bebida social
esta invadiendo progresivamente los círculos conservativos de la iglesia
evangélica.
He hablado en convenciones carismáticas donde miles de
santos de Dios “llenos del Espíritu” levantaban sus manos en alabanza y
adoración a Dios – y después de ser despedidos, un tropel de ellos salen al
estacionamiento, abren el baúl de los autos y sacan cervezas en paquetes de media
docena y los pasan a sus compañeros feligreses. Otros piden bebidas mezcladas
con sus comidas en restaurantes, entre las secciones de alabanza. Ellos
regresan a hablar con “lenguas picadas.
En sus banquetes hay arpas, vihuelas, tamboriles, flautas y
vino, pero no miran la obra de Jehová, ni consideran la obra de sus manos.”
(Isaías 5:12).
El profeta Isaías tiene un mensaje para todo el movimiento
carismático – tanto en los círculos Católicos como en los Protestantes.
“Por tanto, mi pueblo es llevado cautivo, porque no tiene
conocimiento,... Pero Jehová de los ejércitos será exaltado en juicio; el Dios
Santo será santificado con justicia.” (Isaías 5:13-16).
El profeta Óseas dijo, “Fornicación, vino y mosto quitan el
juicio.” (Óseas 4:11). Esto sugiere que los santos que sorben tienen los
corazones divididos.
Las personas llenas del Espíritu reclaman que son “reyes y
sacerdotes” al Señor. La Biblia declara enfáticamente, “...no es digno de reyes
beber vino, ni de príncipes darse a la sidra; pues quizá bebiendo olviden la
Ley...” (Prov. 31:4-5).
El escritor de Proverbios sugiere que cristianos vencedores
y felices no necesitan vino, eso es solo para los deprimidos y moribundos.
“Dad la sidra al desfallecido y el vino al de ánimo
amargado:..” (Prov. 31:6).
Una refinada dama cristiana me escribió diciendo: “Somos
buenos cristianos que asistimos a la iglesia. Amamos al Señor y no vemos nada
malo en servir vino en nuestro hogar. Bebemos moderadamente y nuestros hijos
están aprendiendo a beber bajo nuestra supervisión. Ellos no se exceden. Nunca
hemos visto a nadie borracho en nuestro hogar.
“Usted simplemente esta tratando de hacernos sentir
culpables y esta empujando su moral fundamentalista sobre nosotros. Nosotros no
fuimos criados bajo los tabúes legalistas como evidentemente lo fue usted.
¡Francamente, señor, nuestro hábito de bebidas no es asunto suyo!”
Dios bendiga a esa querida dama – pero uno de estos días
será asunto mío. Comienza a ser asunto mío cuando esos adolescentes salen con
sus amigos y se emborrachan.
Esta jovencita comenzó a ir a fiestas de adolescentes y
comenzó a beber socialmente con su grupo. Eso la llevo a beber en clubes.
Pronto se estaba emborrachando en camionetas estacionadas. Finalmente, cuando
los problemas se le amontonaban, ella comenzó a depender excesivamente del
vino. Termino en una institución mental, una alcohólica intransigente.
¿Tengo algún prejuicio? ¿Tengo la mente cerrada? ¡Por
supuesto, que sí! Y tengo razón para serlo. Mi propio hermano, hijo de un
ministro comenzó a beber cerveza moderadamente – solo para ser sociable con sus
amigos. Terminó un bebedor, dejó a su esposa y sus bellos hijos para seguir el
vicio. Gracias a Dios que esta salvo hoy y regresó con su familia.
Pero yo envié a mi hermano Jerry con un equipo de
convertidos a Europa a testificar de lo que Cristo hizo libertándolo del poder
del alcohol. Los cristianos en Europa se regocijaron en los testimonios de
liberación de las drogas y la prostitución – pero ellos no quisieron escuchar
una palabra de la liberación de Jerry del alcohol. ¿Por qué? Porque los
cristianos europeos toman vino y cerveza como agua. Eso rompió mi corazón.
He escuchado todas las excusas por la bebida entre los
cristianos en Europa – y no puedo aceptar ninguna de ellas. Culpan el agua
impura. Dicen que es parte de su cultura y costumbres. Ellos beben “porque
siempre lo han hecho.”
Cuán profundamente ofendidos estuvieron los pastores en
Paris, Francia, cuando me negué a tomar su vino. ¡Misioneros americanos,
quienes adoptaron las costumbres europeas, me dijeron que debo hacer “como
hacen los parisienses, mientras este en Paris!” Sin embargo, cuán profundamente
herido estaba yo cuando algunos de estos mismos ministros estaban tan borrachos
que se no podían mantener despiertos durante mi cruzada.
Dondequiera que ves a los adolescentes emborrachándose,
ellos dicen – “Ningún policía, ningún pariente, ningún político nos puede
molestar – porque todos ellos lo están haciendo también. ¡Finalmente
encontramos algo que no nos pondrá detrás de las rejas!”
No quiero involucrarme en el antiguo argumento de la Biblia
y el vino fermentado comparado con el jugo de uva. Pero mientras más veo a
estos jóvenes, explotados y quebrantados – más convencido estoy que Jesús no se
mofó de esa muchedumbre en la fiesta de bodas en Canaán con la misma cosa que
está destruyendo a nuestra juventud hoy en día.
¡Cristo vino a cumplir la ley! La ley dice, “el vino es
escarnecedor... ninguno que por su causa yerre es sabio” ¿Estaba Cristo
engañado? ¿Serviría él una bebida que llevaría al hombre a salir borracho de la
fiesta a calentar a su esposa? Y en la corte le preguntarían a ese hombre,
“¿Cómo llego a estar tan borracho?” Y el hombre culpado contestaría, Estuve en
un banquete de bodas y Jesús de Nazaret sirvió una bebida fuerte. Él me
emborrachó.”
Yo no puedo concebir que Jesús burlara a esa muchedumbre y
serviría una bebida que pudiera ser abusada si se tomaba sin moderación. Yo
creo que el elixir que Jesús sirvió fue el jugo puro de la viña – ¡un ponche
sobrenatural tan lleno de la verdadera mezcla de la naturaleza, que era único y
un cambio aceptado! ¿Añadiría Jesús alcohol al contenido de Su bebida
sobrenatural y hacerle “picar” cuando la ley dice – “No mires al vino cuando
rojea, cuando resplandece su color en la copa, se entra suavemente…”
(Proverbios 23:31)?
Eso fue escrito por un rey que “se había entregado al vino”
(Ec. 2:3). Y Cristo, nunca, nunca les hubiese dado vino a sus invitados que
fuera intoxicante. Pablo también conocía la ley. Él reverenciaba la sabiduría
de Salomón. ¡El jugo puro de la uva es bueno para la salud! Es nutritivo. Pero
el vino fermentado ya no es nutritivo, según un doctor amigo mío quien es bien
leído sobre el tema. ¿Cómo Pablo podía recomendar bebida alcohólica cuando la
ley que él respetaba advertía, “…no estés con los bebedores de vino…”?
Pero el verdadero asunto no es si el Nuevo Testamento se refiere
a vino fermentado o al jugo de uva. El verdadero asunto es el abuso tan
prevalente en la actualidad. Salomón tuvo tres mil esposas. En un tiempo,
Moisés permitió el divorcio. ¡Dios guiño! Pero Dios no guiña cuando sus leyes
son tan pervertidas y abusadas. Mira hasta donde nos ha llevado nuestro
permisivo: a los llamados clubes cristianos, donde aparece la cerveza y baile a
música cristiana. “Cristianos” que ‘rockean’ y beben. “…si acaso beben y
olvidan la ley...”
Estamos olvidando las leyes de Dios, las mismas leyes que
Jesús dijo que él vino a cumplir. Ahora permitimos que un sacerdote lesbiano
sea ordenado en la iglesia Episcopal. Los homosexuales no solo hacen alarde de
sus pecados, ellos audazmente buscan reconocimiento y el poder en la iglesia.
Los cristianos,
¿beben por ignorancia? ¿Es que nadie los ha retado con la Palabra de Dios? ¿Es
que estos nuevos convertidos del movimiento Jesús beben para demostrar que son
liberados y no están bajo la ley?
Me siento muy cansado
y espiritualmente indignado cuando los cristianos bebedores vuelven con – “Ah,
tú eres un fundamentalista, atado a la ley, un moral bonachón. Nosotros los
cristianos liberados estamos libres en Cristo. No estamos bajo la ley. No seremos
atado por tus ataques a nuestra libertad.”
Eso ofende todo lo que en mi anhela devoción y santidad. Eso
ofende a todo joven convertido a quien Dios ha convencido de hábitos pasados de
bebida. Y la Biblia dice – “Y cualquiera que haga tropezar a algunos de estos
pequeños que creen en mi, mejor fuera que se le colgase al cuello una piedra de
molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por
los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel
hombre por quien viene el tropiezo! (Mateo 18:6-7).
Me niego a dejarme vencer por las crecientes presiones de
mundanalidad – ¡disfrazada de libertad espiritual! ¿Qué nos ha pasado, santos
de Dios – cuando nos podemos sentar libremente sin reprender la rápidamente podrida
moral en la casa de Dios?
Yo creo en la gracia libre, pero no en el libertinaje. Yo
creo en la impuesta rectitud de Cristo, por fe. Pero también creo que la
santidad de Dios exige que nosotros “no toquemos lo inmundo.”
También creo que los ministros que fuman no están siendo
honestos con Dios. Estos “profetas que resoplan” se niegan a practicar lo que
predican. Y los ministros que beben son un reproche al nombre y poder de Dios.
No es un esfuerzo condenar a los verdaderos ministros del
evangelio. Pero, nosotros como ministros y padres, ¿cómo podemos pedirles a
nuestros hijos que dejen las drogas y el alcohol, si nosotros no limpiamos
nuestras propias vidas – y somos un ejemplo de Cristo?
A veces, solo por un momento fugaz, pienso en mi mismo, “A lo
mejor yo soy el equivocado. A lo mejor estos nuevos cristianos que ‘rockean’,
fuman, beben y quienes vuelven a sus lugares favoritos a cantar, a entretenerse
y a actuar – a lo mejor ellos han visto algo en Dios que yo aun no he visto.
Quizás todos estos cambios rápidos no son compromiso, sino una señal de madurez
y crecimiento. Quizás soy muy anticuado – demasiado fuera de las cosas para no
reconocer alguna cosa nueva que Dios esta haciendo.”
Pero entonces comienzo a comparar los sonidos bulliciosos de
su música con las viejas canciones como “La Vieja Cruz,” y “Santo, Santo,
Santo.” ¡Entonces quiero llorar! Los veo volver a esos clubes llenos de humo
para entretener a la borracha multitud con la farsa de que llevan a Jesús con
ellos, y entonces los comparo con todos los millones del pueblo de Dios a
través de los siglos desde los mártires hasta los adictos y miembros de gangas
convertidos de hoy, quienes dejaron el mundo y todas sus asociaciones para
tomar el reproche de Cristo. Comienzo a gemir por esos cristianos
comprometidos. Yo sé que no estoy equivocado.
Por favor, ¡no te enojes conmigo! Si tú eres uno de los
santos que beben a sorbos – no permitas que tu herida o rabia te roben de la
verdad. Si te sientes molesto con este mensaje de separación – probablemente es
porque Dios ya te ha convencido – y ahora él quiere que disfrutes de completa
libertad.
Ora para que Dios lo ponga en el corazón de ministros por
toda la nación – para tomar una posición audaz en sus pulpitos contra esta
insidiosa tendencia.
¡Ora por nuestros adolescentes! Las presiones en ellos para
que beban con los demás esta empeorando diariamente. Ellos necesitan ser
animados a tomar su posición y resistir, a no ser que sean arrastrados por este
torbellino de borrachera.
Aunque no te sientas “convencido” – ¡abstente por la
sencilla y poderosa razón de poner un ejemplo ante la juventud!
“¿Para quién será el ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién
las rencillas? ¿Para quién las quejas? ¿Para quién las heridas en balde? ¿Para
quién lo amoratado de los ojos? Para los que se detienen mucho en el vino, para
los que van buscando la mistura. No mires al vino cuando rojea, cuando
resplandece su color en la copa. Se entra suavemente; mas al fin como serpiente
morderá, y como áspid dará dolor. Tus ojos mirarán cosas extrañas, y tu corazón
hablará perversidades.” (Proverbios 23:29-33).
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