Austin-Sparks |
Me pregunto dónde
estaría Pablo si hubiera tomado el curso contrario del que tomó. «Cuando agradó
a Dios, que me apartó desde el viento de mi madre… para revelar a su Hijo en
mí… no consulté en seguida con carne y sangre, ni subí a Jerusalén a los que eran
apóstoles antes que yo; sino que fui a Arabia» (Gál. 1: 15-17).
Me pregunto,
¿qué hubiera ocurrido si hubiera subido a Jerusalén y hubiera puesto el asunto
ante aquellos que eran apóstoles antes que él? Sabemos por acontecimientos que
ocurrieron después que algo que le hubieran dicho hubiera sido: «¡Ten cuidado
Pablo! Nos estás diciendo que en el camino de Damasco se supone que Jesús te
dijo que fueras a los gentiles, ¡Ten cuidado!». Hubieran intentado persuadirlo
en contra de este asunto de los gentiles. Ya sabes lo que sucedió mas tarde. Ya
sabes que en este punto, incluso Pedro cayó en simulación años más tarde. Ya
sabes que aquellos apóstoles que fueron antes que él en Jerusalén siempre
fueron muy recelosos sobre el tema de los gentiles, y si Pablo hubiera
capitulado ante ellos nunca hubiéramos tenido en él al gran apóstol de los
gentiles, el gran apóstol del Cuerpo de Cristo, con su revelación del misterio
de la unidad de judíos y gentiles en Cristo.
Pablo no sometió esto
ni siquiera a los que fueron apóstoles antes que él para preguntarles si era
correcto o no, si era sano o no. ¡Oh, no! En Damasco recibió la unción; Ananías
puso sus manos sobre él y recibió al Espíritu, y desde este día, aunque Pablo
estaba por completo dispuesto y gozoso de tener comunión con sus hermanos,
aunque nunca tomó una posición independiente o superior, aunque estaba siempre
abierto para el diálogo, fue sin embargo un hombre gobernado por el Espíritu.
Has de tener cuidado de
cómo tomas lo que estoy diciendo. Sólo será seguro para ti en la medida en que
no te veas a ti mismo junto con el Espíritu Santo como una parte independiente,
sino que te mantengas en perfecta comunión, sumisión, humildad, con un corazón
abierto y dispuesto a escuchar y obedecer lo que pueda venir como testimonio
del Espíritu a la verdad a través de otros. Pero todo esto depende de tu
condición interior, de si estás en terreno natural o espiritual, en el terreno
de la antigua creación o en el de resurrección.
Pero si estás en terreno de
resurrección donde no es la vida de lo natural la que gobierna sino el
Espíritu, entonces amado, tienes el derecho el privilegio y la bendición de
conocer el testimonio del Espíritu en tu corazón y la unción enseñándote todas
las cosas, en cuanto a si un asunto determinado es correcto o incorrecto.
¿Cuándo conocerá el pueblo de Dios esto? ¿Cuando lo reconocerá?
Es aquello que
mencionábamos anteriormente, lo que está robando a muchos la luz que el Señor
desea darles. El Señor les guiaría a una mayor plenitud en el conocimiento de
su Hijo, a un crecimiento de su entendimiento espiritual, pero están
descuidando el don que está en ellos. Están descuidando al Espíritu Santo como
su iluminador, maestro, instructor, guía y arbitro, y van a éste o aquel, a
esta o aquella autoridad diciendo: «¿Qué piensas sobre este asunto? ¡Si tú
crees que está mal, entonces no lo haré!». El hacer esto es fatal para el
conocimiento espiritual. Esto es permanecer en el terreno natural.
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