el León de la tribu de Judá, la Raíz de David
Cachorro de león, Judá; De la presa subiste, hijo mío.
Tenemos también la palabra profética más segura
Porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos HOMBRES DE DIOS hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo.
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida
Pero levantándose Pedro, corrió al SEPULCRO; y cuando miró dentro, vio los lienzos solos, y se fue a casa maravillándose de lo que había sucedido.
Porque en él fueron creadas todas las cosas
El primer ser viviente era semejante a un león; el segundo era semejante a un becerro; el tercero tenía rostro como de hombre; y el cuarto era semejante a un águila volando.
He aquí yo vengo pronto, y mi galardón conmigo
El sol se convertirá en tinieblas, Y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, Grande y manifiesto
ESPÍRITU DE JEZABEL
En este libro registro las historias de muchos que han combatido contra el espíritu de Jezabel.Espero que las lecciones y experiencias aquí escritas sean de aliento para usted ...las mujeres no son las únicas que caen bajo la influencia de este espíritu demoníaco ,aunque los únicos ejemplos claros que aparecen en la biblia son de mujeres, creo que hombres como Absalón, Coré y Balaam , también obraron bajo su influencia.
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PREDICAS PARA LOS DOMINGOS
21:45
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Muchas veces , despues de un domingo los pastores ya estamos pensando y orando para que Dios nos de un nuevo mensaje para el próximo y que bendiga a su pueblo, oramos , buscamos los textos claves y listo , ¡allí esta!
pero otras veces necesitamos algo q nos inspire entonces aqui tenemos estos bosquejos, prácticos y fáciles de usar, están estructurados en tres pasos. La primera sección es la introducción, que presenta pensamientos que captan la atención del auditorio. Luego sigue el cuerpo, con varios puntos de exposición bíblica. La tercera sección es la conclusión, que sugiere preguntas prácticas y pensamientos devocionales para la applicación.
Este es un recurso completo y amplio para ayudar al predicador a predicar la Palabra durante todo un año.
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LA FE QUE GENERA ALABANZA W/NEE PARTE 3
Salmos 106:12 es una palabra muy preciosa: “Entonces creyeron a Sus palabras / Y cantaron Su alabanza”. Tal era la condición de los hijos de Israel cuando estuvieron en el desierto. Ellos creyeron y cantaron; o sea, ellos creían, así que alababan. La alabanza contiene un ingrediente fundamental: la fe. No se puede alabar únicamente de labios para afuera; no se puede decir a la ligera: “¡Gracias Señor! ¡Te alabo Señor!”.
Uno tiene que tener fe; sólo podremos alabar después que hayamos creído. Si uno enfrenta algún problema o se siente afligido, ora; y a medida que ora, siente que la fe brota en su corazón. Es en ese momento que uno empieza a alabar. Ésta es la manera viviente, pero no debe ser realizada con ligereza. Uno debe orar cuando le sobrevenga algún problema; pero tan pronto reciba un poco de fe, tan pronto empiece a creer en Dios y en Su grandeza, en Su poder, en Su compasión, en Su gloria y en la manifestación de Su gloria, debe comenzar a alabar. Si la fe se ha despertado en uno, pero uno no manifiesta enseguida la alabanza, pronto verá que su fe se desvanece. Decimos esto basados en nuestra propia experiencia. En cuanto la fe brote en nuestro ser, debemos alabar a Dios. Si no lo hacemos, después de cierto tiempo, nuestra fe se desvanecerá. Quizás ahora tengamos fe, pero después de cierto tiempo, es posible que tal fe se desvanezca.
Por consiguiente, tenemos que aprender a alabar. Tenemos que aprender a expresar nuestra alabanza. Tenemos que abrir nuestras bocas y alabar. No basta con tener pensamientos de loor, sino que tenemos que expresar nuestras alabanzas de manera concreta y audible. Uno debe alabar a Dios en medio de todos sus problemas y en la faz de Satanás, diciendo: “¡Oh Señor! ¡Alabado seas!”. Hágalo hasta que surja cierto sentir allí donde antes no existía sentimiento alguno, y hágalo hasta que tal sentimiento, que empieza muy débilmente, se haga más intenso y definido. Hágalo hasta que su fe, que al comienzo era muy pequeña, sea plenamente perfeccionada.
Uno tiene que tener fe; sólo podremos alabar después que hayamos creído. Si uno enfrenta algún problema o se siente afligido, ora; y a medida que ora, siente que la fe brota en su corazón. Es en ese momento que uno empieza a alabar. Ésta es la manera viviente, pero no debe ser realizada con ligereza. Uno debe orar cuando le sobrevenga algún problema; pero tan pronto reciba un poco de fe, tan pronto empiece a creer en Dios y en Su grandeza, en Su poder, en Su compasión, en Su gloria y en la manifestación de Su gloria, debe comenzar a alabar. Si la fe se ha despertado en uno, pero uno no manifiesta enseguida la alabanza, pronto verá que su fe se desvanece. Decimos esto basados en nuestra propia experiencia. En cuanto la fe brote en nuestro ser, debemos alabar a Dios. Si no lo hacemos, después de cierto tiempo, nuestra fe se desvanecerá. Quizás ahora tengamos fe, pero después de cierto tiempo, es posible que tal fe se desvanezca.
Por consiguiente, tenemos que aprender a alabar. Tenemos que aprender a expresar nuestra alabanza. Tenemos que abrir nuestras bocas y alabar. No basta con tener pensamientos de loor, sino que tenemos que expresar nuestras alabanzas de manera concreta y audible. Uno debe alabar a Dios en medio de todos sus problemas y en la faz de Satanás, diciendo: “¡Oh Señor! ¡Alabado seas!”. Hágalo hasta que surja cierto sentir allí donde antes no existía sentimiento alguno, y hágalo hasta que tal sentimiento, que empieza muy débilmente, se haga más intenso y definido. Hágalo hasta que su fe, que al comienzo era muy pequeña, sea plenamente perfeccionada.
Una vez que usted contemple plenamente la gloria de Dios, usted podrá creer. Una vez que la gloria de Dios impregne su espíritu, usted podrá alabarle.
Debe llegar a comprender que Dios está por encima de todas las cosas y que Él es digno de ser alabado. Cuando usted alaba, Satanás huye. Hay ocasiones en las que tenemos que orar; pero cuando nuestra oración nos lleve al punto en que obtenemos fe y certeza, sabemos que el Señor ha respondido a nuestra oración y que nos corresponde alabarle: “¡Señor! ¡Te doy gracias! ¡Te alabo! ¡Este asunto ya ha sido resuelto!”.
No espere a que el asunto haya sido efectivamente resuelto para comenzar a alabar. Debemos alabar tan pronto hayamos creído. No esperemos a que el enemigo se marche para empezar a cantar. ¡Debemos cantar para ahuyentarlo! Debemos aprender a alabar por fe; cuando alabamos por fe, el enemigo será derrotado y echado lejos. Tenemos que creer, antes de poder alabar. Primero, creemos y alabamos, y después experimentamos la victoria.
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